Pelicula:

Mark Cousins (Belfast, 1965) es un director, guionista, director de fotografía y cámara norirlandés cuya carrera ha discurrido y sigue haciéndolo dentro de los parámetros del documental, con frecuencia con carácter divulgativo. Empezó a hacer cine en 1993, y desde entonces tiene en su haber una ya larga lista de títulos, generalmente inscribibles en ese género, y con frecuencia con temática cinematográfica. Es el caso de títulos como On the road with Kiarostami (a vueltas con el famoso cineasta iraní), La historia del cine: una odisea, Bigger than The Shining (sobre El resplandor, de Kubrick/King), La mirada de Orson Welles, Women make film, Jeremy Thomas, una vida de cine, y otras muchas. Desde hace muchos años rueda a través de su propia productora, Hopscotch Films, lo que evidentemente le da total libertad a la hora de afrontar sus proyectos.

Parecía lógico que un cineasta especializado en documentales, y más específicamente en documentales cinematográficos, más tarde o más temprano tocara la fascinante figura de Alfred Hitchcock, y ya ha tocado. No será la primera vez que el cineasta inglés emigrado a Estados Unidos haya sido centro y eje de un documental; a vuela pluma podríamos recordar Hitchcock/Truffaut, que glosó las entrevistas que el segundo realizó al primero, durante los años sesenta, y que dieron como fruto el famoso e imprescindible volumen El cine según Hitchcock, y 78/58. La escena que cambió el cine, sobre la superconocida escena de la ducha de Psicosis.

El film está contado (ficticiamente) por el propio Hitchcock, con palabras que efectivamente él dijo, o escribió, en algún momento de su vida, pero locutados por otra persona, en este caso por el actor escocés Alistair McGowan, ciertamente con una voz muy parecida a la de aquel gordo genial. La película está estructurada en cinco capítulos, todos ellos con un título de una sola palabra, en los que se evocan algunas de las características esenciales de su obra: el primero se títula “Escape”, en el que se recuerda, con la supuesta voz de Hitch, cómo a todos nos gustaría escapar de algo. Muchos de sus personajes tienen que escapar, como en Con la muerte en los talones, una afirmación que veremos ilustrada con imágenes de sus personajes huyendo, tanto en sus pelis más recientes como en las más antiguas. El propio Hitchcock también escapó de su mundo en Inglaterra, ansiaba zafarse de su propia correa, en su país de origen, que se le había quedado pequeño. Hitch aspiraba a escapar de lo predecible, por eso huía de la forma tradicional de hacer las cosas, buscando formas visuales distintas. Se citan incluso algunos fugados concretos, como la efímera protagonista (porque la pasaportan al otro mundo a los tres cuartos de hora de metraje...) de Psicosis, una mujer que huye de la culpa, pero nos cae bien, o la prota de Marnie, la ladrona, quizá la más atormentada de sus fugitivos.

El segundo capítulo se titula “Deseo”, muy interesante, porque nos habla de cómo Hitch intentó reiteradamente mostrar el placer del deseo y los tabúes asociados; se habla de  las ventanas abiertas como metáfora del deseo sexual en su cine, con ejemplos tan claros como La ventana indiscreta, pero también del uso del brillo como forma de expresar el deseo. Se cita alguna escena concreta, como la del famoso beso de Encadenados, una escena centrada exclusivamente en las  cabezas de los protas (Cary Grant e Ingrid Bergman), mientras que el resto del plano aparece desenfocado: y es que lo único que importa son ellos... Y eso que las productoras siempre eran reticentes a que mostrara el deseo, considerándolo poco comercial (qué poca vista tenían...). También habrá lugar para hablar del deseo de asesinar, como en El proceso Paradine o en La soga, buscando siempre Hitch cómo plasmarlo visualmente de forma metafórica...

El tercer capítulo del documental lleva por título “Soledad”, otras de las constantes que se suelen repetir en las pelis de Hitch; se habla, de forma genérica, de hasta qué punto estamos solos, a pesar de que estemos rodeados, y en el cine de sir Alfred esa soledad se refleja sobre todo en sus protagonistas, con frecuencia mujeres solitarias en las que se crea un espacio, físico o mental, a su alrededor, aunque también algunos hombres (Montgomery Clift, por ejemplo, en Yo confieso) estarán absolutamente solos. Se habla también de la gran capacidad que tiene el cine para reflejar la soledad, y de hecho el espectador ve el cine absolutamente a solas con sus emociones...

El cuarto capítulo se titula “Tiempo”, y en él se nos cuenta que Hitch concebía las pelis como una máquina del tiempo; así, vemos como atrapa el tiempo, encapsulándolo, en films como Psicosis y Los pájaros, mientras que en Cortina rasgada lo que le interesó fue estirar el tiempo extenuantemente en la escena en la que Newman y su cómplice intentan asesinar al espía alemán para que no los delate, confirmando con ello lo difícil que es (en contra de lo que vemos constantemente en las películas...) matar a alguien. En Rebecaveremos el pasado desde el presente, como si el tiempo se repitiera: en la película, efectivamente, como el propio Hitch teorizaba, la cámara será una máquina del tiempo. También se nos cuenta uno de sus aforismos relativos al tema: “Si quieres que el tiempo pase rápido, ralentiza la escena”, lo que pudiera parecer contradictorio, pero realmente no lo es.

El capítulo quinto lleva por título “Plenitud”, y en él habrá lugar para que se hable también de su vida privada. El “alter ego” de Hitch nos cuenta entonces que su plenitud era su vida familiar; revela incluso algunos detalles íntimos, como cuando cuenta (quizá fantaseando...) que se declaró a su mujer, Alma Reville, en un barco durante una tempestad; sobre su esposa dice que ambos estaban totalmente compenetrados, habla de ella como una mujer sabía, directa y entregada, los dos veían la vida a través de la misma lente.

Habrá lugar también para algunas reflexiones finales sobre su cine, como su gusto por los famosos MacGuffin, elementos triviales que permiten el desarrollo de la trama, o de cómo le gustaba hacer ascender físicamente a sus personajes en sus películas; así, vemos varias formas en las que los personajes van subiendo por escaleras, algo que para Hitch es un tipo de elevación única... De hecho, la última escena de su filmografía, en Family Plot, es, significativamente, una escalera, en lo que parece evidente fue un guiño al espectador. 


Se hablará también de su interés por los planos cenitales, porque intensifican el dramatismo de las escenas, y de cuestiones casi de filosofía cinematográfica, como su certeza de que la trama es siempre lo principal, o su interés por el arte cubista y las formas abstractas, que incluyó en algunas películas en planos que parecían rozar la metafísica. Habrá incluso lugar para algún arrepentimiento, como el demasiado explicativo final de Psicosis, coincidiendo con ello con todo el mundo....

La película es, ciertamente, muy interesante para conocer mejor la obra y, en menor medida, la vida de uno de los grandes indiscutibles del cine y del arte del siglo XX, en realidad de toda la Historia del Arte. Su cine tuvo, como los auténticamente grandes, el favor del público llano y de las exquisitas élites intelectuales. El documental no desmerece en absoluto la obra que se nos glosa; en todo caso, y por poner algún pero, cabría reprocharle una cierta redundancia en las imágenes del propio Hitchcock, habiéndose manejado, desconocemos por qué, solo unas pocas fotos suyas, que se repiten más de la cuenta. Pero, al margen de cuestiones como esa, que no son tampoco especialmente significativas, Mi nombre es Alfred Hitchcock da una idea cabal y amena de una de las obras cinematográficas más interesantes de la Historia del Cine.

(09-04-2025)


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120'

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Mi nombre es Alfred Hitchcock - by , Dec 13, 2025
3 / 5 stars
A vueltas con la obra de aquel gordo genial