Antes de que Robert Guédiguian, el cineasta marxista francés por excelencia, cambiara de registro pasándose al "biopic" histórico con "Presidente Mitterrand. El paseante del Campo de Marte", volvió al cine militantemente comunista, que tenía un tanto aparcado en los últimos años, y lo hace con esa mezcla de amor y marxismo tan curiosa que le es consustancial, con ese cine desaseado y más bien tosco, pero que ciertamente tiene su interés. También es verdad que este "Mi padre es ingeniero" no es precisamente su mejor película (para mi gusto sigue siendo su emblemática "Marius y Jeannette"), resultando demasiado discursiva (y eso en el caso de Guédiguian es decir mucho...), con frecuencia inverosímil (esos actores vestidos a la manera bíblica, recreando un belén laico, como dice la protagonista, es de lo más chocante que hemos visto en los últimos años...), y además con intentos de jugar con el espacio y el tiempo, audacias del lenguaje cinematográfico para las que, evidentemente, el autor de "¡Al ataque!" (no, no estaba protagonizada por Chiquito de la Calzada...) no está dotado.
La historia, además, se las trae: una pareja de médicos se ama desde adolescentes, pero la vida les ha separado; ella se traslada a una barriada de clase baja para involucrarse en los problemas de la inmigración y la marginación, pero ello la lleva a la desesperación, la depresión y, finalmente, el estado catatónico; él abandona su importante puesto de asesor en el Ministerio de Sanidad francés para investigar lo que ha sucedido a su amada y buscar su recuperación, que será, también, su redención junto a los más desfavorecidos. Algunas líneas argumentales más se entrecruzan: la intolerencia de una supuesta izquierda que, sin embargo, no es capaz de asumir el mestizaje, la lectura del Misterio de la Navidad en clave proletaria, o el sexo como necesidad humana sin que sea ineludible la correlación de un sentimiento amoroso. Pero el conjunto resulta un tanto chirriante, a pesar de que Ariane Ascaride, la musa y mujer de Guédiguian (que físicamente es como una Barbra Streisand comunista; eso sí, más fea...) posee la rara virtud de hacer creíble todos los personajes que para ella imagina su marido. Con todo, "Mi padre es ingeniero" no es una película fallida ni deleznable: en su propio germen (sacudir las conciencias abotargadas de una sociedad opulenta que olvida a los que nada poseen) tiene ya ganado su pedacito de lugar al sol en un cine del siglo XXI en el que lo que arrasa son las películas de plástico. Y no doy títulos por no señalar...
Mi padre es ingeniero -
by Enrique Colmena,
Jun 11, 2005
2 /
5 stars
Un belén laico
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