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Algo huele a podrido en Escandinavia, podríamos decir, parafraseando a Shakespeare. La novela y el cine suecos no han tenido nunca una relevancia importante en el género del thriller. Sin embargo, de hace un par de décadas para acá, estamos asistiendo a una eclosión sorprendente; primero fue el escritor Henning Mankell (por cierto, yerno de Ingmar Bergman, como dato entre cinéfilo y de crónica rosa) quien comenzó a publicar una muy interesante serie de novelas sobre el detective Kurt Wallander, en las que los crímenes a desentrañar destacaban por su crueldad y especial crudeza. Varias de estas novelas (Los perros de Riga y La leona blanca, entre otras) fueron llevadas al cine, si bien es cierto que ninguna de ellas alcanzó la suficiente fama como para llegar al sur de Europa, a esta España donde el cine norteamericano reina como dueño y señor; también se hizo una mediocre serie televisiva, que hemos visto a trancas y barrancas en cadenas de segundo orden.


Parece claro que el universo imaginado por Mankell para su policía Wallander no ha encontrado quien lo sepa reflejar adecuadamente en imágenes. Sin embargo, Mankell y Wallander abrieron la puerta a otro fenómeno literario escandinavo que se ha revelado incluso de mayor calado que las novelas del yerno de Bergman, máxime con las peculiares circunstancias de su autor. Stieg Larsson, periodista especializado en la denuncia del poder de extrema derecha en los países escandinavos, escribió en los primeros años del siglo XXI una trilogía (que debía constituir finalmente una decalogía) titulada genéricamente Millennium, sobre un periodista y una investigadora privada que habrán de descubrir intrincados misterios en los que los crímenes alevosos son moneda común. Larsson murió de un ataque al corazón meses antes de que se publicara la primera parte, por lo que no llegó a conocer el éxito de su obra, que fue enorme y propició su pase a la gran pantalla, en este caso con mejor suerte que las novelas de Mankell/Wallander.


Millennium 1: Los hombres que no amaban a las mujeres (por cierto, el título recuerda, a la inversa, aquella bella historia romántica de Truffaut, El hombre que amaba a las mujeres, aunque en España se tituló redundante, casi cacofónicamente, El amante del amor) es la trasposición al cine de la primera novela de Larsson, y hay que decir cuanto antes que es una adaptación brillante, impactante, con una atmósfera sutilmente viciada que recuerda hasta qué punto los altos salones y cenáculos no son sino contenedores de podredumbre y miseria.


A un periodista que a medio plazo ingresará en la cárcel por un delito de libelo, se le encarga que descubra la desaparición y probable asesinato de una joven (que curiosamente fue su canguro cuando él era un niño), ocurrida casi cuarenta años atrás. La chica pertenecía a una familia de la alta plutocracia sueca, y en esta tarea el reportero encontrará pronto la valiosa colaboración de una chica de tormentoso pasado pero con unas dotes extraordinarias para la investigación criminal. En este contexto, el orgulloso bienestar de una sociedad encantada de haberse conocido, comienza a resquebrajarse ante la evidencia de que hay conductas y actitudes alevosas que, por comparación, convierten a delincuentes de otras latitudes en golfillos de poca monta.


Larsson, y el director Niels Arden Oplev, presentan una sociedad aparentemente tranquila y serena en su perfección, pero bajo cuyas confortables alfombras crecen las pústulas de la ruindad. El director hace un trabajo serio, inteligente, dando relieve a la notable trama y a los personajes, en especial la de la chica investigadora, cuya composición es sin duda lo mejor de la historia, tanto en aspecto como en comportamiento, una mujer atormentada por un trágico hecho de su niñez que la ha marcado de por vida, y que habrá de vencer a marrajos con corbata que la sojuzgan abyectamente.


Hay escenas notabilísimas, como la violación, aunque también es cierto que alguna otra, como la visita a la casa del nazi, está resuelta con manifiesta vulgaridad, como de penco telefilme de sobremesa (perdón por la redundancia…). El conjunto, empero, resulta ser un estimulante thriller, una ráfaga de aire fresco (gélido, dada su nórdica procedencia…) en el ya tan manoseado género policíaco, donde innovar es tan difícil.


Brillante en imagen, convincente en trama, magnífica en la composición de Noomi Rapace como la investigadora Lisbeth Salander (el hallazgo por excelencia de la novela, y del filme), aunque inferior en el resto de los actores (el co-protagonista Michael Nyqvist pasa como un zombi por la película), Millennium 1: Los hombres que no amaban a las mujeres se constituye enseguida en un interesante hito en su género, un nuevo venero por el que pueden fluir las historias de intriga y suspense en este atribulado siglo vigésimo primero.



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145'

Año de producción

Millennium 1: Los hombres que no amaban a las mujeres - by , Aug 26, 2017
3 / 5 stars
Las cloacas del paraíso