Sólo hace un par de años que se hizo esta misma película en Suecia, bajo pabellón escandinavo. ¿Qué sentido tiene entonces que se vuelva hacer, ahora en inglés y con más medios pero menos talento? Supongo que la única explicación es hacer caja, sacando réditos al producto original, que en su estreno USA funcionó, pero obviamente a los niveles habituales en los filmes en lengua no inglesa. Salvo esa explicación puramente mercantil, no veo sentido alguna a una nueva adaptación de la novela de Stieg Larsson. Sí, ya sé que el cine es un negocio, pero no sólo un negocio, y se supone que David Fincher, el cineasta autor de filmes como Seven o Zodiac, está ahí no sólo para hacer películas como si fueran salchichones.
Porque además tampoco es que Fincher, quizá consciente de su trabajo de capataz de cuadrilla de jornaleros (distinguidos, sí, pero jornaleros al fin y al cabo), se ha quebrado mucho los cascos. Se ha limitado a poner en escena el guión de Steven Zaillian; su oficio está ahí, por supuesto, y el thriller que nos presenta tiene las habituales buenas notas en las asignaturas de narrativa y tensión, pero en las de creatividad, imaginación y capacidad de innovar, la verdad, suspende espectacularmente.
También es mala suerte, porque justamente esta primera parte de la trilogía literaria de Stieg Larsson es la que corrió mejor suerte en su adaptación escandinava a la gran pantalla, con un director, Niels Arden Oplev, que supo reflejar muy atinadamente la notable novela del precozmente fallecido periodista y novelista sueco.
Tampoco en el apartado interpretativo la comparación resulta positiva para la versión americana: Daniel Craig es un pésimo Mikael Blomvikst (y mira que Michael Nyqvist, el actor sueco original, es todo un cara de palo), sin conseguir despojarse de los tics de su personaje de la serie 007; Rooney Mara, que hace una Lisbeth Salander bastante potable, sin embargo no puede con la fuerza y la entidad de Noomi Rapace, para siempre el torvo rostro de la sociópata más lista y (por qué no decirlo) entrañable que ha producido la literatura y el cine recientes; entre los demás nos quedamos, en todo caso, con la sabiduría de un Christopher Plummer o la desenvoltura de una Robin Wright.
En definitiva, una película que se podrían haber ahorrado: nadie gana. Bueno, sí, sus productores; y tal vez no demasiado, a la vista de las recaudaciones…
Millennium: Los hombres que no amaban a las mujeres -
by Enrique Colmena,
Jan 22, 2012
2 /
5 stars
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