Albert Dooley es un joven biólogo investigador, al que su sueldo apenas alcanza para vivir: las facturas impagadas llenan su mesa y no sabe qué hacer para salir adelante. Un día, cuando está en su laboratorio experimentando con patos, uno de ellos se escapa por casualidad y sufre una radiación, quedando excluido por ello para los experimentos. Albert se lo lleva a su hijo Jimmy como regalo y para su sorpresa el pato –pata en este caso-- pone un huevo de oro macizo. Albert piensa que su pata “Charlie” será la solución a todos sus problemas económicos.
El film nos ofrece con este sencillo argumento lleno de fantasía y sorpresas, como es habitual en estas producciones de Walt Disney, todo un cúmulo de situaciones jocosas, desenfadadas, fácilmente asequibles a los pequeños espectadores, con las que hacer sus delicias durante hora y media de proyección.
No faltan las persecuciones muy al estilo del primitivo cine cómico americano, en las que ocurren toda clase de peripecias a los protagonistas y en las que tampoco faltan las consabidas tartas de crema. Pero esto tan sólo ocurre al final, en el último cuarto de hora de la película, en la que se anima un poco de su lento transcurrir, a veces algo premioso para el aguante de los pequeños.
Sorprende ver en estos menesteres a un director como Vincent McEveety, hecho en la televisión, y al que hemos visto mejores empeños en géneros tan distintos a éste como el western, donde se desenvolvía con mayor soltura.
Una producción discreta, en suma, que no desaprovecha para introducir la moraleja final acerca de la unión de la familia y los buenos sentimientos.
Millonarios por una pata -
by Francisco Casado López,
Mar 27, 2013
1 /
5 stars
La pata de los huevos de oro
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