No es habitual la ubicación de un film noir, una película de cine negro, en el contexto rural. Richard Fleischer, uno de los más versátiles y seguros cineastas norteamericanos de la segunda mitad del siglo XX, situó en ese escenario este interesante thriller del que es autor el escritor Elmore Leonard, del que Tarantino es fan (versionó una de sus novelas en Jackie Brown). Mr. Majestyk resulta ser, entonces, un percutante thriller en el que los melones toman el lugar de los billetes de banco, aunque ciertamente ello no es sino lo que Hitchcock llamaba un macguffin, un pretexto sobre el que los acontecimientos se precipitan.
El protagonista, un hombre con pasado, es ahora un pequeño propietario de tierras sembradas de melones; en la recogida de estos frutos, un petimetre con mala leche se entromete, queriendo sacar tajada (nunca mejor dicho, teniendo en cuenta las plantas herbáceas de las que hablamos…), pero nuestro hombre lo pone en su sitio; entonces, una denuncia falsa del rencoroso humillado lo lleva a prisión, y allí se topa con una mala bestia, un psicópata con mucho poder, con el que se enemistará sin remisión, lo que le hará blanco de las iras del delincuente, que irá a por él con todas sus consecuencias.
Fleischer consigue un filme notable en su ritmo, con escenas de acción vibrantemente rodadas, con persecuciones en el campo, en camionetas y coches que difícilmente se adaptan a terrenos tan agrestes, filmadas con limpieza y sin trucaje aparente. Narrativamente poderoso, sus defectos habrá que atribuírselos a un protagonista, Charles Bronson, tan hierático como en él era habitual, aunque habrá que reconocer que esa cualidad cuasi de esfinge conviene al personaje, un hombre oscuro y torturado por un pasado que aspira a no repetir. Con todo, lo mejor es el personaje de villano que compone Al Lettieri, actor precozmente fallecido a los 47 años, pocos años después de rodar este filme, que compuso en su relativamente corta carrera varios personajes inolvidables, casi siempre llenos de una maldad intrínseca, en roles que exudaban una perversidad sin límites. El principal papel femenino lo interpreta la actriz argentina Linda Cristal, que gozó de cierta fama en Estados Unidos y resto del imperio con la serie televisiva El Gran Chaparral.
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