Mulholland Drive

Con motivo de su vigésimo aniversario, se repone esta película con honores de estreno. Recuperamos la crítica que en su momento publicamos en CRITICALIA.

El cine de David Lynch continúa hollando caminos desiertos. Tras el paréntesis realista de Una historia verdadera, oasis de lirismo en el ocaso de la vida, el cineasta de Montana recupera el pulso de sus anteriores Twin Peaks: Fuego, camina conmigo (fracaso de público que puso en grave riesgo su carrera) y Carretera perdida (donde el público terminaba prácticamente cogiendo moscas...), y transita de nuevo por los movedizos territorios de la transferencia de personalidad y el misterio onírico. Su nuevo film presenta una historia aparentemente estándar: una chica que va a ser asesinada escapa de milagro y, aquejada de amnesia por el accidente que la salva "in extremis", se refugiará en la casa de una aspirante a actriz con la que intentará desenmarañar la madeja de su vida y de su cuasi muerte.

Pero en este argumento, que podría haber imaginado una Ruth Rendell o un James Ellroy, pronto advertimos que no estamos ante un film negro al uso, sino ante un experimento visual, estético, incluso filosófico. Lynch nos sumerge en un sueño hipnótico, transportándonos a una historia que se sirve de la yuxtaposición, del hipérbato, para adentrarnos en un universo mesmérico al margen de lo conocido, donde reencontramos algunas constantes del cine progresivamente abstracto de Lynch: los personajes retorcidamente maléficos pero al margen de cualquier violencia evidente, la estilización visual hasta un raro grado de perfección hiperrealista, una atmósfera de maldad que lo impregna todo, hasta desembocar en un final donde el director desconcierta a conciencia al espectador más avezado, jugando con él descaradamente.

Film extraño pero agradecido en su insobornable búsqueda de caminos narrativos alejados de los modelos clásicos, Mulholland Drive es, sobre todo, un ejercicio de creación de clímax: sin una sola escena de terror tópico, consigue desasosegar el corazón más templado. Casi nada, con lo retorcido que tenemos el colmillo...

(17-03-2002)