Asghar Farhadi ya nos ganó hace apenas un par de años con su estupenda A propósito de Elly, espléndido drama que jugaba con maestría con una situación prácticamente única, una súbita tragedia que revelaba un cúmulo de secretos y abocaba a tejer una red de mentiras. En este su nuevo empeño, Nader y Simin, una separación, no se queda atrás. De nuevo hay una situación cotidiana, en este caso motivada por la separación de un matrimonio: ella pretende irse al extranjero para dar un mejor futuro a su sensible hija adolescente, él no quiere porque ha de cuidar de su padre, enfermo de Alzheimer. Al separarse la pareja, el marido contrata a una mujer para que cuide a su progenitor mientras está en el trabajo; pero la mujer está embarazada y trabaja a espaldas de su marido, por lo que un trágico suceso que acontece desatará un choque de imprevisibles consecuencias.
Farhadi monta su historia con ciertas concomitancias con su anterior filme, la mentada A propósito de Elly: aquí habrá también una escena, hurtada al espectador para sumergirle en la misma incertidumbre que mantienen los propios personajes sobre la realidad de los hechos, y sólo al final se desvelará, abriendo una perspectiva nueva, aunque no definitiva, del conflicto. Porque si hay una cosa evidente en lo que hasta ahora hemos visto de Farhadi es que es un cineasta que, tratando temas morales, o éticos, sin embargo no adoctrina, no pretende imponer su visión de la situación, sino que los plantea y deja que el espectador tome el partido que le parezca oportuno. Una postura como esa, en un mundo en la que todos quieren tener razón, por las buenas o por las malas, es ciertamente inusual.
Pero no es ese su único mérito, ni mucho menos. Farhadi es un cineasta dotado de una rara capacidad para las historias cotidianas, las que tienen que ver con el día a día: la visión de sus películas nos recuerdan, por qué no, a aquellas cintas neorrealistas italianas, desde Ladrón de bicicletas a Roma, città aperta, desde Milagro en Milán a Umberto D. Es cine de la realidad, vista desde los ojos de una generación nueva, posterior a la que mandó al exilio al Sha, pero también de la que, a pesar de haberse educado bajo la égida ultraconservadora y represiva del régimen de los ayatolás, ha tenido la suficiente capacidad intelectiva como para percatarse de la abominación de un régimen que coarta al ser humano, un régimen que apuesta por una sociedad teocrática antes que democrática.
Asghar Farhadi es también un cineasta de habilidad ya revalidada para crear tensión en situaciones teóricamente simples: esa tensión nace de la confrontación entre gente normal, de la calle, cuando se encuentra ante un conflicto moral, pero también cuando las mentiras, o las verdades a medias, afloran en un contexto de temor hacia sus consecuencias.
Obra mayor, espléndida, apenas alguna caída de ritmo hace que no sea la obra maestra que hubiera merecido ser. Ese leve desequilibrio, no obstante, no mancha la belleza sencilla, tan hermosa, de este drama percutante, de estos personajes convulsos ante unos hechos que (como en la ya repetida A propósito de Elly) les superan. Muy merecidamente, Nader y Simin, una separación obtuvo el Oso de Oro en el Festival de Berlín de 2011, y sus actores y actrices, colectivamente, consiguieron en ese mismo evento los premios a los mejores intérpretes masculinos y femeninos; y es que estos actores y actrices, en su gran mayoría manifiestamente desconocidos en Occidente, aportan a sus papeles la rara sensación del documental, no parecen personajes de ficción sino seres humanos cuya vida está siendo reflejada por una aviesa cámara oculta, un pedazo de sus existencias ante el ojo voyeur de un espectador avisado.
Nader y Simin, una separación -
by Enrique Colmena,
Oct 22, 2011
4 /
5 stars
Hacia un Neorrealismo iraní
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