Pelicula:

Lino Escalera es un madrileño, ya cuarentón cuando se escriben estas líneas (nacido en 1975, concretamente), que se ha hecho un nombre como director de comerciales, spots y anuncios audiovisuales. También tiene una carrera en cine, aunque ésta todavía es corta y, con frecuencia, en productos industriales, cuando no directamente alimenticios (dirección en la serie televisiva Traición, ayudante de dirección en la serie Manos a la obra). Como director de cine hasta ahora había hecho varios cortos, en general bien acogidos, y ahora salta a la realización de su primer largometraje de ficción con esta No sé decir adiós, que cuando se escriben estas líneas, aparte de haber conseguido varios premios en el Festival de Cine de Málaga, está nominada a varios galardones en los Premios Goya, Feroz y ASECÁN.

Se inscribe No sé decir adiós en la noble estirpe del cine que nos cuenta cosas de hoy, en clave realista, que busca ponernos frente al espejo de la realidad, de contarnos historias que suceden cada día, cada momento, en cualquier lugar de España, del mundo. Para el caso, el de esta familia escindida en dos: el padre, una de las hijas, Blanca, con su marido y su niña preadolescente, viven en el sur de España (Almería, en concreto), regentando un negocio de autoescuela que les da para vivir razonablemente bien; por otro lado, la otra hija, Carla, que marchó hace años a trabajar a Barcelona, donde se desempeña como agente de la propiedad inmobiliaria. Carla es una mujer de temperamento inestable, de trato difícil: busca polvos anónimos y esporádicos, es adicta a la cocaína, bebe en exceso, tiene arrebatos de ira que la hacen ser una persona demasiado complicada para vivir en compañía. El padre enferma gravemente de cáncer, la hija vuelve desde Barcelona; se niega a aceptar que, como le dicen los médicos, no haya nada más que hacer que aplicar cuidados paliativos para procurar aliviar los dolores del final…

No sé decir adiós es, entonces, un drama de vocación realista, en el que Escalera contrapone fundamentalmente dos personajes, aleatoriamente tres: el padre, un hombre hecho a sí mismo, pero que en el último recodo del camino se encuentra desnortado entre la enfermedad que sabe que lo corroerá hasta el tuétano, y la hija díscola, de tan mala hostia, que quiere, contra toda esperanza, salvar la vida que es insalvable, quizá como una forma de salvarse a sí misma, náufraga de todo, una mujer madura pero no precisamente serena, que carece de una existencia mínimamente satisfactoria, entre un trabajo tedioso, una vida afectiva desastrosa, un odioso ocio en el que se sumerge para olvidar en lo que se ha convertido.

Denso film dramático en clave realista, que no costumbrista, bien puesto en escena por Escalera, renquea sin embargo de un guion original de Pablo Remón (sobre historia del propio director), al que le hubiera venido bien darle una vuelta más, para pulir algunas escenas poco creíbles e incluso recortarlo un poco en metraje (algo habitual en los directores de cortos, como hasta ahora era Lino), pero se beneficia de una espléndida interpretación del trío protagonista, en especial una Nathalie Poza que compone un personaje inolvidable, una huérfana de la vida que no quiere serlo también de su único progenitor vivo, una mujer irascible con tendencia a encabronarse cuando considera que algo no está bien. Formidable también, en un registro muy distinto, Lola Dueñas, la mujer de vida gris que cree intuir, cuando ya da por completada la fase familiar de su vida, que tiene un porvenir en algo, el teatro, que la llena absolutamente. Pero el que está realmente soberbio, como cabía esperar, es un Juan Diego dueño de todos los resortes interpretativos, en un personaje, el del viejo moribundo que se resiste a serlo, hecho de matices, de pequeños gestos, de detalles como sólo un maestro es capaz de ofrecer.

Esta hermosa, doliente No sé decir adiós quizá no sea la obra maestra que algunos han querido ver, pero es sin duda interesante, apreciable, enriquecedora. Un final en anticlímax, con una preciosa (aunque tan amarga, a fuer de esperada) elipsis, cierra una película esforzada, hecha con las entrañas, un film pequeño pero reconfortante, que nos enfrenta a la vida y nada más.


 


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96'

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No sé decir adiós - by , Dec 03, 2019
3 / 5 stars
Padre e hija