Noche de vino tinto es un film irritante, exasperante y ridículo de la llamada Escuela de Barcelona. Pero es una mala película que hay que ver, y por varias razones.
En primer lugar se trata de uno de los exponentes primerizos (poco después de Fata Morgana de Vicente Aranda), de esta corriente esteticista que surge en Cataluña sobre 1965 y dura hasta el 69. Fruto de los afanes culturalistas de la alta burguesía ilustrada de Barcelona, esta Escuela se compone de una serie de autores etiquetados como progresistas, que ruedan películas con colores muy vistosos, vestuario muy cuidado y un ambiente decadente y amanerado bastante deprimente. Su cuerpo doctrinal se autodefine como preocupado por el formalismo, en tanto ataca al cine de “la meseta” y lo tacha de acabado en el aspecto estético. Por ejemplo, varios de sus progresistas miembros no dudan en calificar de reaccionaria Nueve cartas a Berta, de Basilio Martín Patino.
Encuadrada pues en los comienzos de esta Escuela, Noche de vino tinto no llega, salvo en momentos aislados, a los extremos delirantes de otros filmes posteriores, pero sirve perfectamente para comprobar el cuidado por los diálogos (muy sublimes), la tendencia a lo onírico, y el aire de misticismo cultista que caracterizó a todo este movimiento catalán.
Es pues una cinta que interesa ver como botón de muestra, como exponente de su autor, José María Nunes, y sobre todo porque pertenece a un movimiento que, nos guste o no, ha contado en la cultura cinematográfica española de aquellos años sesenta.
Noche de vino tinto -
by Juan-Fabián Delgado,
Feb 06, 2013
1 /
5 stars
Sublimes ínfulas
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