El cortometrajista Norberto López Amado debuta en el largometraje con este filme entre el terror y el fantástico, géneros en los que se había movido hasta ahora, aunque ciertamente sin mucho tino. El guión de Jorge Guerricaechevarría, el habitual libretista de Alex de la Iglesia, no se puede decir que sea esplendoroso, sino más bien lo contrario. Tampoco la dirección del neófito aporta nada interesante.
Y, sin embargo, el tema sí que era atractivo: un inspector de policía comienza a investigar el caso de un desaparecido, y ello le lleva a adentrarse cada vez más en un universo de pesadilla donde empieza a intuir ciertas presencias, entre el fantasma y el ectoplasma, que le precipitarán hacia la tragedia familiar.
Pero, lamentablemente, todo se queda en la idea: esas presencias espectrales, imaginativamente siempre dadas a través de espejos, como figuras humanas borrosas, no tienen sin embargo una imbricación adecuada en un guión lleno de lugares comunes, con unos diálogos espantosos e inanes y un giro argumental que parece producto de una mala digestión de ?El resplandor? de Kubrick & King. Así las cosas, queda la inquietud que producen estos fantasmas borrosos apenas entrevistos en superficies especulares, y sobre todo queda la impresión de que con este tema, bien desarrollado y con una dirección sugerente, se podría haber hecho una gran película. Para remate de los tomates, el novel López Amado no es capaz de dirigir correctamente a sus actores, que navegan (habría que decir, más apropiadamente, naufragan) desarbolados, dejados a su suerte. Sólo la grandísima Margarita Lozano es capaz, a pesar de los diálogos para besugos que le endosan, de sacar emoción y sinceridad de donde no la hay; ahí, ¡ay!, queda eso...
Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.