La continuación de Nymphomaniac Volumen 1 resulta ser, como no podía ser de otra forma, la misma película que la primera, pues no es sino un único filme troceado por diversas razones, como ya indicábamos en nuestra crítica de la primera entrega.
La situación continúa donde la dejamos: la protagonista, una mujer de edad madura encontrada apaleada por un viejo solterón en medio de un callejón, prosigue contando a su samaritano su vida disipada, la vida de una mujer que, a pesar de autodiagnosticarse como ninfómana, sin embargo nunca ha experimentado un orgasmo. La permanente búsqueda de ese placer total sería, entonces, lo que provocaría no sólo el desmesurado número de coitos con varones de toda laya sino, como era de prever, la búsqueda del goce sexual en otras parafilias. De esta forma la protagonista le cuenta a su oidor cómo buscó el placer en manos de un especialista en producirlo mediante el dolor, lo que la aproximó a su objetivo, sin llegar, aunque ello le supusiera la pérdida de la custodia de su hijo. Después se adentrará en el universo de los placeres sáficos, y por último coqueteará con los celos y la posibilidad de asesinar ¿por amor? ¿por sexo? ¿por sentido de la propiedad? La respuesta es más complicada: seguramente por todo ello y por ninguna de esas opciones.
En cualquier caso, vista en su conjunto Nymphomaniac, o al menos la versión que se nos ha dado ver (recuérdese que el conjunto de las dos partes en las que se ha dividido la duración es de cuatro horas y algo menos de diez minutos, mientras que la versión original completa alcanzaba las cinco horas y media); al menos la versión que se nos ha dado ver, decía, lo cierto es que estamos ante una indagación sobre el placer sexual, su búsqueda imposible, a la manera en la que Aquiles nunca podría llegar hasta la tortuga, según la parábola de Zenón que precisamente utilizan en los coloquios entre el solterón redomado y la ninfómana desatada.
Metáfora de la fugacidad del placer y de su inasibilidad, Nymphomaniac resulta, entonces, un filme contradictoriamente casto, casi monacal (al menos, insisto, en la versión que se nos ha ofrecido): en estas dos partes censuradas se han colado un par de insertos de corte abiertamente pornográfico, pero en el contexto de la historia carecen en absoluto de rijosidad. Ya lo dijo Stellan Skarsgard, el coprotagonista: nunca un filme con escenas eróticas explícitas había sido tan antierótico…
Entre los intérpretes me quedo con un Jamie Bell que está en las antípodas del personaje que le hizo popular, aquel impúber protagonista de Billy Elliot, el chico de las minas que quería ser (y fue) bailarín, y que en su momento fue todo un éxito. Lo ves aquí como el hierático, inflexible infligidor de dolor para llegar al placer, y casi no te lo crees…
Nymphomaniac Volumen 2 -
by Enrique Colmena,
Feb 09, 2014
3 /
5 stars
Aquiles y la tortuga
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