Marcel Camus fue un cineasta francés que tuvo un insólito aprendizaje en las artes escénicas: durante la Segunda Guerra Mundial, montó obras de teatro, que también interpretaba, en el campo de concentración en el que estuvo recluido por los ocupantes nazis. Acabada la guerra, Camus fue ayudante de dirección de cineastas tan reputados como Luis Buñuel y Jacques Becker, hasta que dirigió su primer film, Mort en fraude (1957). Con su segundo, este Orfeo negro (1959), llego a la cima de su fama. La película obtuvo la Palma de Oro del Festival de Cannes, seguramente el mayor premio posible en el mundo del cine, además del Oscar a la Mejor Película en Habla No Inglesa. Pero, a partir de entonces, la estrella de Marcel Camus pareció declinar, espaciando cada vez más sus películas, que no conseguían encontrar de nuevo el favor del público ni de la crítica.
Orfeo negro es la libérrima adaptación del mito helénico de Orfeo y Eurídice, la leyenda del poeta que viajó al mismísimo infierno para rescatar a su amada, pero trasladada al universo tórrido y sensual de Río de Janeriro, en alguna medida paraíso e infierno en una sola tierra. El film consiguió un punto medio entre la visión intelectual y la pasión visceral, y fue sumamente apreciado.
La carrera de Camus languideció después con films en los que intentó revalidar el tono alucinado de este Orfeo negro, con películas como Los bandeirantes (1960). Sin éxito, volvió a hacer cine a la europea, con El canto del mundo (1965), en el que contó con la pareja Hardy Kruger y Catherine Deneuve, para terminar su filmografía en pantalla grande con Otalia de Bahia (1976), de nuevo un asunto brasileiro.
(25-06-2011)
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