Pelicula:

Esta película ha formado parte de la Sección La Tercera Raíz del 18 Festival de Cine Africano de Tarifa-Tánger (FCAT’21).

El caso de la directora Lúcia Murat es seguramente excepcional: nacida en Río de Janeiro en 1949, se afilió durante los años sesenta y setenta a la guerrilla izquierdista que luchó contra la dictadura que gobernó Brasil con mano de hierro; detenida, sería torturada por el régimen totalitario; con el retorno de la democracia en los años ochenta, Murat cuelga las armas y opta por la dirección cinematográfica como profesión o vocación, en un cine muy influido por sus posiciones políticas y por la brutalidad a la que fue sometida durante su cautiverio. Así, su cine bascula entre el documental y la ficción; en este último formato ha rodado hasta ahora 8 largometrajes, siendo esta Praça Paris el séptimo.

La historia se ambienta en nuestros días, en Río de Janeiro. Allí, la doctora Camila, psicóloga portuguesa, ha contactado con Glória, una mujer de mediana edad, de raza negra, que vive en las favelas. La intención de Camila es estudiar cómo afecta a las personas el clima de violencia en el que se criaron; en el caso de Glória, durante 5 años, desde los 10 a los 15, fue violada repetidamente por su padre alcohólico, a pesar de que su hermano menor, Jonás, intentaba evitarlo, lo que le suponía grandes palizas. Glória le confiesa a la doctora que ella es, en buena medida, la responsable de que Jonás ingresara en un reformatorio, porque fue el chico el que golpeó a su padre y lo mató; desde entonces, Jonás entró en una espiral de violencia, y ahora, ya maleado y con un ominoso poder como jefe de delincuentes, se encuentra en una cárcel cumpliendo condena por otros crímenes...

Tiene Praça Paris un interés cierto en cuanto a su pintura de dos mundos distintos, el rico y blanco que representa la doctora, y el negro y pobre que significa Glória. Ese es, en buena medida, su tema, y la posibilidad de que ambas sufran una cierta, y virtual, transferencia de sentimientos, siquiera en calidad de ensoñaciones, que hagan ver a cada una de ellas el mundo de la otra con sus propios ojos. Ese parece ser su tema, si bien es cierto que Murat no es precisamente exquisita y un guion disperso y con frecuencia poco coherente tampoco ayuda. Asistimos entonces también a la relación de Glória con su hermano, convertido desde la cárcel en su protector, incluso de quien no tiene que protegerla (leáse su novio), pero también a la más bien fugaz de la doctora con el suyo, un argentino del que Glória dice que la doctora lo tiene todo, hasta un “novio lindo”.

Pero el conjunto es más bien confuso, deslavazado, como si se echara en falta una cierta unidad de estilo, un tema troncal, un relato más coherente. Se agradece la acre denuncia de la violación en un contexto de familia desestructurada, como lamentablemente, con tanta frecuencia, ocurre en comunidades de baja extracción social, pero nos tememos que no es suficiente. También es interesante una cierta aproximación al fenómeno de la enorme afición de los brasileños de nuestro tiempo por las sectas más o menos religiosas o seudorreligiosas, con sus predicadores a los que siguen ciegamente, aunque, como ocurre aquí, cuando se les pide apoyo, empiecen a petardear lastimosamente.  Parece haber también una mirada de clase: la mujer negra y pobre se sentirá como un animal sujeto a estudio entomológico por la doctora portuguesa, blanca y rica, cuyas intenciones, sin duda benévolas, terminan siendo, como las escopetas, cargadas por el diablo.

Un tanto dispersa y no siempre coherentemente guionizada, la película tiene valores, como su propio tema, aunque finalmente no esté bien expresado cinematográficamente para que se pueda afirmar sin ambages que estamos ante una buena película, que aspira a mostrar, no siempre con buen criterio, el contraste entre los dos Brasil, el moderno y cosmopolita, de museos, exposiciones y buen nivel de vida, y el submundo de Gloria, de balaceras, narcotráfico, degradación y pobreza.

Tampoco ayuda mucho que algunas de las secuencias, como las de las discusiones entre doctora y paciente, se aprecien falsas, artificiales, no nos las terminemos de creer, en parte debido a una deficiente puesta en escena, pero también por una poco natural interpretación en esos momentos de las dos protagonistas, quienes por lo demás, en el resto del film, actúan con corrección y buen tono. Un desenlace más bien penoso no es tampoco la mejor forma de acabar un film irregular, con cosas interesantes, pero también en buena medida mal contadas, mal hilvanadas.

(14-06-2021)


 


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Duración

110'

Año de producción

Praça Paris - by , Jun 14, 2021
2 / 5 stars
Blanca y rica, negra y pobre