Prueba de vida

Taylor Hackford se hizo un nombre (por decir algo...) con aquella militonada de título Oficial y caballero, una ejemplarizante historia que ponía a los soldados por las nubes y a los civiles por los suelos. Después se descubrió que, como era de esperar, dentro de su sesera no había otra cosa que algunos galones apolillados, y el hombre ha ido dando tumbos de acá para allá. Ahora parece resucitar con esta Prueba de vida cuyo rodaje en Ecuador tanta tinta ha hecho correr en la prensa del bajo vientre (uy, perdón, quiero decir en la prensa del corazón...), por aquello de la relación adúltera que se marcaron Crowe y Ryan.

Cotilleos aparte, que sólo importan a la pareja y a sus ex, el nuevo filme de Hackford no llega al aprobado; es una película visualmente fea (sin pretenderlo, que es lo malo), que plantea otra vez una visión retrógrada de la realidad, como ya hiciera en su título antes citado; si allí los militares yanquis eran el no va más de la honestidad y de la rectitud, y el resto una recua canalla y perversa, ahora le toca el turno de esta falsa dicotomía a gringos y sudacas en Tecala, un imaginario país iberoamericano, pero que es fácil identificar con Colombia, con problemas irredentos de luchas entre la guerrilla y el estado y el enredamiento de ambas facciones con el narcotráfico, con la cómplice mirada del vecino del Norte.

Pero en esta historia con secuestro (de ese probo esposo que trabaja por un país del Tercer Mundo que no se lo agradece suficientemente...) que habrá de remediar el supermán de turno (para la ocasión con los rasgos del "gladiador" Crowe) que, de paso, se enamora de la desconsolada esposa, lo más llamativo, lejos de las más bien penosas escenas de acción (rodadas con evidente mediocridad), resulta ser la falaz división entre anglosajones buenos e hispanos malos (y sucios, y torpes, y corruptos, y mezquinos, y...) que plantea Hackford. Así las cosas, ya tenemos la historia de siempre, con los WASP solucionando los problemas a los que se ven abocados sus paisanos cuando caen en la tentación de ayudar a su prójimo, aunque éste tenga los rasgos aindiados...