Tras hacer algunos cortos, Martin Scorsese debuta en el largometraje de ficción en 1967 con esta ¿Quién llama a mi puerta?, un drama de relación de pareja que temáticamente no tiene demasiada relación con su cine posterior; aunque encontramos el cine sobre “gangs” o pandillas, que veremos posteriormente en películas como Malas calles (1973), Uno de los nuestros (1990) o Gangs of New York (2002), su tema central, el conflicto que se plantea con el rechazo de uno de los miembros de una pareja, el varón, hacia el hecho de que su novia hubiera sido violada años atrás, no es rastreable en el resto de su filmografía.
Sí se pueden identificar, estilísticamente hablando, algunas de las constantes del futuro cine scorsesiano: el gusto por las angulaciones rebuscadas, la violencia exacerbada, infrecuente en la época, algunos larguísimos planos-secuencia, zooms, cámara al hombro, uso del claroscuro, panorámicas circulares, encadenados... hay una evidente voluntad de estilo, en principio pareciendo emparentar este primer largo de Scorsese con la Nouvelle Vague francesa que tanto admiraba en aquella época. Pero hay también errores en los que normalmente el cineasta italoamericano no ha incurrido en su carrera, como una cierta dispersión temática que solo al final centra el tiro en el asunto que realmente es el meollo de la historia, la difícil relación del protagonista, J.R., con su novia, cuando esta le confiesa que años atrás fue violada por su novio de entonces.
Este J.R. está retratado como algunos de los parias que han poblado el posterior cine de Scorsese, como en Malas calles, aunque muchos de ellos pasaron de pobres diablos sin oficio ni beneficio (aunque se creyeran muy importantes en su estulticia) a gente con poder, como ocurrirá en Uno de los nuestros o Gangs of New York. Aquí no es el caso: J.R. es un pelanas, un tipo que se cree muy bueno aunque no tiene oficio ni beneficio, malgastando la mayor parte de su vida indolente en el bar de copas de uno de sus amigotes; en España en el siglo XXI sería lo que se conoce como un “nini”, ni estudia ni trabaja.
Aparte de ser el primer film comercial de Scorsese, ¿Quién llama a mi puerta? llama la atención por, en una época en la que no era frecuente, menudear en desnudos (femeninos; para los masculinos todavía falta tiempo....), e incluso en presentar en pantalla, lógicamente no de una forma sexualmente explícita, una violación. Hay otro tema llamativo dentro del sexo, y es el gatillazo que le acontece al personaje de J.R. en su primera relación con su novia, algo también poco frecuente de ver por aquel entonces en cine; la forma de comportarse de él ante esa circunstancia hace pensar que quizá no sea un problema coyuntural sino estructural, y en realidad sea impotente.
Con un ritmo irregular que, ciertamente, no será con el que nos asombrará Scorsese en su posterior filmografía (es uno de los cineastas que mejor narra en el cine norteamericano de los últimos cincuenta años), la primera película del director neoyorquino es una curiosa muestra de sus primeros intereses, temáticos y estéticos, en cine, una muestra de qué ocupaba o preocupaba a aquel Marty de veintipocos años que se iniciaba en la que sería una feraz carrera como director, productor, guionista e incluso ocasional actor.
Entre los intérpretes el más destacable es, por supuesto, Harvey Keitel, habitual en las primeras películas de Scorsese, y que tiene tras de sí una larga y productiva carrera como actor de primera línea.
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