Pelicula:

CRITICALIA CLÁSICOS


Disponible en Filmin y Apple TV.


Robert Zemeckis (Chicago, 1951) es un guionista, director y productor norteamericano de muy dilatada carrera (comenzó a dirigir en 1972, medio siglo antes de que se escriban estas líneas), que puede presumir de haber rodado algunos films que forman parte de la cultura popular, como esta Regreso al futuro y Forrest Gump, y de otras cintas que han gozado generalmente de una buena aceptación comercial y crítica, como Tras el corazón verde, ¿Quién engañó a Roger Rabbit? y Náufrago. Pero también ha hecho una buena ristra de mediocridades, aunque parece obvio que con los títulos citados ya se ha ganado un lugar en cualquier Historia del Cine...

Regreso al futuro sería su primer gran hit (con permiso de la mentada Tras el corazón verde...), y ciertamente se convirtió en un clásico instantáneo, una de esas películas de las que todo el mundo sabe de qué va, incluso aunque no la haya visto completa (no haber visto alguna secuencia en algún momento es prácticamente imposible...). Su gran éxito (la recaudación multiplicó por veinte su presupuesto) conllevaría dos secuelas, con decreciente interés, tituladas sin mucha imaginación Regreso al futuro II y Regreso al futuro III, en especial la tercera parte, ambientada en el Oeste Americano, que también decayó sobre los extraordinarios réditos taquilleros de la primera y la segunda, con lo que nos ahorramos tener a Marty McFly dando más tumbos hacia el futuro y el pasado, en lo que ya hubiera sido, evidentemente, la zurrapa de lo que fue una notable idea, combinar los viajes en el tiempo con la convulsa época de la adolescencia y (uf, qué osado, para la época...) coqueteando pícaramente con el incesto...

La película se ambienta en el año de su rodaje, 1985: conocemos a Marty McFly, un chico de 17 años con familia un tanto disfuncional, sobre todo el padre, el típico papafrita, objeto de burla, mofa y humillación por parte de los gamberros del pueblo, de los que fue condiscípulo en su juventud, y desde entonces le toman por el pito del sereno; la madre está permanentemente deprimida, tiene otro hermano que es carajote, y su hermana es también tirando a imbécil... (¿cómo tuvieron a este chico más o menos normal?); Marty tiene también una novieta, Jennifer, compañera de colegio, y un amigo ya maduro (esto hoy sería bastante sospechoso...), un sabio con pinta de científico loco, el doctor Emmett Brown, familiarmente conocido por Marty como Doc. El científico, que tiene un punto de chaladura, cita a Marty de madrugada en los aparcamientos de un centro comercial, porque ha hecho un descubrimiento importante. Allí le muestra un coche, de marca DeLorean, al que ha dotado de un sistema que le permite viajar en el tiempo; cuando se lo está enseñando aparece un grupo de terroristas libios a los que Doc les ha escamoteado el plutonio que necesita para que el coche viaje en el tiempo; Marty, intentando huir de los terroristas, monta en el coche, acelera a toda velocidad y... de repente aparece en medio de un campo... pronto se dará cuenta de que ha viajado hacia atrás en el tiempo, hasta 1955, y que está muy cerca de su pueblo, donde se encontrará, entre otras personas, con sus padres, cuando aún no eran novios, pero también con una versión rejuvenecida de Doc...

A vueltas con la “paradoja del astronauta” (ya saben: si un astronauta viajara al pasado y matara a su abuelo, no habría existido...), Zemeckis y su coguionista Bob Gale urdieron una curiosa aventura fantacientífica en la que combinaron elementos curiosos, como esa evidente referencia al mito de Edipo, con un hijo que se convierte en objeto de deseo de su madre (que no sabe que lo será años después...), pero también juega con algo que cae por su peso, la contraposición del mundo de mediados de los años ochenta, cuando se rueda y ambienta el film inicialmente, con el mundo de mediados de los cincuenta, en el que Elvis et alii aún no había revolucionado la mojigata sociedad norteamericana de la época. Ese juego que contrapone dos tiempos históricos y sociológicos funciona razonablemente bien, dentro de la trama del film que girará en torno a la necesidad de que la madre de Marty deje de interesarse por él y lo haga por su padre (que aún no sabe que lo será), por cuanto, fiel a la paradoja del astronauta, de otra forma el propio Marty no existiría... 

La película, por supuesto, resulta conmovedoramente “vintage”, pero porque realmente en ese tiempo ese era el “look” imperante, no es impostado, es genuinamente ochentera porque lógicamente estaba hecha en los mismísimos ochenta. Por supuesto, vista con la distancia que da contemplarla cuatro décadas después, tecnológicamente resulta entrañable con sus relojitos y displays, todo muy analógico; el llamado “condensador de fluzo” se conoció así en España, en vez de la traducción correcta de “condensador de flujo”, para evitar posibles connotaciones sexuales (hay cabezas muy calenturientas, sí...), pero lo cierto es que aquí arraigó la expresión, hasta el punto incluso de dar años después ese nombre a un programa televisivo. Ese “condensador de fluzo” sería el ignoto responsable de los viajes en el tiempo, un invento de Doc, el sabio tirando a majara, en el fondo la mejor forma para no dar explicaciones científicas sobre un imposible.

Tiene la peli algunos toques algo picantes, como ese Marty que, tras ser atropellado, despierta en casa de la madre en calzoncillos (bueno, bóxers, que para la gente de los cincuenta debía ser lo más raro del mundo...), habiendo sido su madre (que entonces tenía su misma edad...) la que le había quitado los pantalones, con cierto alegramiento de las pajarillas por parte de la chica, para horror del que sería, en el futuro, su hijo; o cuando Marty descubre que su padre era un voyeur que se dedicaba a espiar a la madre subido a un árbol.

Habrá también lugar para un tema que hoy día, cumplido el primer cuarto de siglo XXI, es un grave problema con el que se lucha a diario, pero que a mediados de los ochenta era prácticamente inexistente en la opinión pública (lo que, desde luego, no significa que no existiera, porque existía...), el “bullying” o acoso, con la pandilla de gamberros humillando, vejando y mofándose del que será padre de Marty, entonces un acomplejado dieciochoañero.

Aquellos años setenta y ochenta fueron pródigos en aventuras cinematográficas con viajes en el tiempo, que tuvieron bastante éxito, en películas como El final de la cuenta atrás, Los pasajeros del tiempo, En algún lugar del tiempo y El experimento Filadelfia, entre otras; Regreso al futuro fue seguramente la más famosa de todas ellas, la única que además se ha convertido en un icono de la cultura popular, evidentemente influida, sobre todo, por la obra de H.G. Wells, convirtiéndose este film en todo un clásico que, a su vez, ha influido poderosamente en el audiovisual posterior, especialmente en el relacionado con los viajes en el tiempo. Estamos entonces ante todo un clásico, hoy día tan ingenuo como efectivo, deliciosa y auténticamente “vintage”, en una versión desenfadada del mito de Edipo, tamizada por H.G. Wells. Formalmente está  bien narrada, con buen ritmo, incluso impecable, y con algunas escenas de intenso suspense, como la secuencia final con el cable y la torre del pueblo, una escena que permitirá, por cierto, un divertido homenaje a Harold Lloyd y su memorable El hombre mosca.

Con potentes temas musicales rockeros que pespuntean con frecuencia la banda sonora original de Alan Silvestri, que incluye su inolvidable tema principal, la película se beneficia sobre todo de unos intérpretes ideales para los personajes, con ese Michael J. Fox que clava el adolescente metido en un fregado que le supera, y ese Christopher Lloyd que resulta el mejor Doc posible. Ambos tuvieron tanto éxito que, en buena medida, resultaron “quemados” para posteriores papeles: cuando los veías eran siempre Marty McFly y Doc Emmett Brown; en el caso de Fox la cosa se complicó al diagnosticársele desde muy joven la enfermedad de Parkinson.

(01-06-2025)


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116'

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Regreso al futuro - by , Jun 05, 2025
3 / 5 stars
Edipo, rockero, en la "paradoja del astronauta"