El éxito en 1976 de la película “Carrie” (con dirección de Brian de Palma, sobre la primera novela de Stephen King), catapultó a la fama a su protagonista, Sissy Spacek, y también a otros intervinientes en la cinta, como un entonces desconocido John Travolta, e incluso William Katt, que se hizo muy popular con la serie televisiva “El gran héroe americano”.
Pero también fue el momento de que una vieja gloria del cine yanqui, Piper Laurie, volviera a ponerse delante de una cámara. Laurie fue una estrella de cierto renombre en los años cincuenta, pero el cine la semiolvidó durante años. Tuvo que llegar la película de Brian de Palma para que de nuevo fuera reclamada por los estudios. En la misma línea de terror de Carrie se inscribe esta “Ruby”, realizada inmediatamente después para intentar coger algo de la estela de la otra.
Ruby es una mujer madura que regenta un “drive in”, un cine al aire libre, situado cerca de una ciénaga, lugar donde veinte años atrás su amante, un “capomafia”, enterraba a los gánsteres rivales. Por supuesto, los fiambres de la ciénaga tendrán algo que decir todavía. La dirección de Curtis Harrington es rutinaria, pero con algunos toques cinéfilos que se agradecen, aunque no consiga salvar un flojo guión; y es que Harrington, a qué dudarlo, no le llega a De Palma ni a la altura de los zapatos...
Después de “Ruby”, la carrera de Piper Laurie conoció un cierto relanzamiento, llegando incluso a interpretar el papel de madre de Marlee Matlin en “Hijos de un dios menor”, y posteriormente intervino en la serie televisiva de culto “Twin Peaks”, de David Lynch. Junto a ella, Stuart Whitman, un secundario del cine americano que en no pocas ocasiones ha hecho protagonistas de series B, un hombre de rostro duro pero humano.
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