Hubo una época (hablamos de los años setenta y principios de los ochenta del siglo XX) en los que todo el cine vasco era (digámoslo así…) reivindicativo. Afortunadamente, con el tiempo la cosa se atemperó y hoy se hace en aquella castigada tierra cine normal, sin irisaciones victimistas, lo que es de agradecer. Aún más cuando, como en el caso de este Secretos de cocina, el productor es Ángel Amigo, quien en su más conspicua juventud perteneció a ETA (estamos hablando de los primeros años setenta), para después, previo paso por la cárcel, reciclarse en productor cinematográfico, en buena parte de su carrera con filmes relacionados con eso que algunos allí llaman el “conflicto vasco”, pero que en el resto de España nos parece otra cosa...
A lo que iba: se agradece que Amigo haya dejado hace tiempo el cine victimista de los euskaldunes contra el resto de los españoles, y haga ahora comedias como ésta, aunque también habrá que decir pronto que se ha ganado en el cambio de registro, pero en absoluto en la calidad del producto. Porque Secretos de cocina es una de las peores comedias que hemos visto en los últimos años: parte de un guión penoso, lleno de lugares comunes y carente de inventiva, con una dirección como de escuela de Formación Profesional (y que me perdonen los aplicados alumnos de estos centros, que a buen seguro lo hacen mejor…), y con unos intérpretes manoteantes, sobreactuados, gesticulantes y pasados de rosca, que parecen estar haciendo considerables esfuerzos para ser nominados a los premios Yago (ya saben, los anti-Goya, que premian anualmente, con más cachondeo que otra cosa, los peores trabajos del año en España). Si además la historia que se cuenta es de disparate, con personajes hechos a brochazos, el resultado no puede ser muy distinto al de un marmitako en el que a un cocinero patán (como los de este film, en efecto) se le haya ido la mano en el pimiento y la cebolla y resulte demasiado indigesto.
Bienvenido el cine vasco que no hace su razón de ser del eufemístico “conflicto”; pero, ya puestos, a ver si hacemos un cine que medio merezca la pena. Éste, desde luego, no es el caso… Ya que estamos, podían aprender de sus colegas y paisanos de Vaya semanita, el serial cómico de la Euskal TeleBista, que se ha constituido desde hace tiempo, junto a sus homólogos de Polònia en TV3, en los mejores espacios televisivos de humor que se pueden ver en España (lástima que sólo en dos de sus tierras, Euskadi y Cataluña…).
(31-05-2009)
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