Una vez más se hace patente la colaboración entre la cinematografía argentina y la española como viene siendo habitual en los últimos tiempos. La acción de esta película sucede en Buenos Aires, donde vive una pareja formada por Sebastián, famoso abogado argentino, y Delia, una española, que están separados y en trámite de divorcio. Ella quiere volver a España con sus dos hijos pequeños, Luna y Luca, y espera que él firme los papeles. Como a diario cuando Sebastián los va a llevar a la escuela, juegan a ver quién llega antes abajo, los niños por la escalera y el padre en el ascensor, lo que no le agrada a la madre. Al llegar Sebastián abajo no están ellos. Por más que los busca no aparecen. Finalmente cae en la cuenta de que se trata de un secuestro por el que pedirán un rescate. Sebastián sospecha del portero, de todos los vecinos y hasta de uno de ellos que es policía, e incluso del delincuente que está pendiente de juicio al que Sebastián no puede acudir debido a este incidente y del que saldrá beneficiado.
Patxi Amezcua debutó en la dirección de un largometraje con un notable film del género negro, 25 kilates (2008), que llamó la atención por la calidad de su puesta en imagen a pesar de ser de un realizador novato.
Para su segundo título nos ofrece este thriller de suspense, sobre una familia rota, con el secuestro de estos dos niños y el drama que supone para sus padres separados en constante conflicto y en las circunstancias en que se encuentran ambos, con sus respectivos problemas de trabajo. Cinta que ha tenido un gran éxito en las primeras semanas de su estreno en Buenos Aires, situándose en los puestos de cabeza en la taquilla y casi batiendo récords entre las más comerciales del año en aquel país.
Buena parte de ese mérito debe recaer en la pareja protagonista, con Ricardo Darín en la cabecera de cartel, el actor argentino más aceptado del momento, siempre solvente y eficaz en sus interpretaciones, y a la fama adquirida por Belén Rueda con sus películas precedentes, que asumen ambos con gran profesionalidad sus respectivos papeles.
El guion del director y autor teatral navarro Patxi Amezcua, en colaboración con Alejo Flah, mantiene el interés, pero está algo desequilibrado, y con algunos huecos en su trama que no acaban de convencer, con una parte primera un tanto alargada en la búsqueda de los niños por los distintos pisos y lugares del edificio, y una segunda mitad más corta con el pago del secuestro y el consiguiente desenlace que no termina de cogernos muy de sorpresa en los metros finales.
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