Una de las novelas, entre la realidad y la ficción, más estimulantes de los últimos años, Soldados de Salamina, ha conocido una rápida adaptación al cine de la mano de David Trueba, con su mujer Ariadna Gil al frente del reparto, lo que ha hecho que el protagonista del libro, el propio autor, Javier Cercas, se haya convertido en la pantalla en Lola Cercas. Hay otras modificaciones, algunas motivadas por ese cambio de sexo, como la novia vidente del autor, aquí transformada en amiga lesbiana, con lo que el erotismo tampoco está tan lejos; o el eslabón de enlace con el viejo Miralles, que pasa de ser un maduro escritor chileno a un jovenzuelo estudiante mexicano.
Pero en general la historia de Cercas sigue viva en Trueba, y ésa es la mejor forma de que el film tenga la entereza, el cuerpo y la sustancia que tiene: la narración del original literario es tan potente, que, a poco que se hiciera con cierta inteligencia, difícilmente se lo podía cargar. Ése es el caso de esta atractiva versión; es cierto que tiene algunos baches, sobre todo mientras Trueba no se decide a tomar el toro por los cuernos y contarnos lo fundamental, ese fascinante momento en el que Rafael Sánchez Mazas, mediocre escritor pero importante falangista, se encuentra cara a cara con un miliciano republicano que, contra toda esperanza, le salva la vida.
Toda la parte final, con el encuentro entre la escritora protagonista y el viejo que pudo haber sido aquel miliciano, es de lo mejor, puro sabor de cine bien hecho, que redime de algunas carencias anteriores. El resultado global es una interesante adaptación, sin llegar a la altura del texto original, pero razonablemente bien resuelto por un David Trueba que va depurando su estilo y confirmando que hay talento en él, aunque a veces le cueste cierto trabajo demostrarlo...
(26-03-2003)
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