Pelicula:

La primera escena de la película plantea ya el tema del film: un hombre con pistola dentro de una habitación en la que duerme, desprevenida, una pareja. El hombre armado apunta sucesiva, espasmódicamente, a la mujer y al hombre dormidos, pero, tras lo que parece una dura lucha interior, finalmente desiste de disparar.

A partir de ahí tendremos un drama familiar; David y Nikki son un matrimonio de mediana edad con cuatro hijos: Jess, la mayor, adolescente problemática –perdón por la redundancia...--, y tres varones más pequeños, aún en la infancia. Tienen problemas conyugales que han decidido, de común acuerdo, intentar resolver dándose un tiempo para reflexionar por separado, acordando también que podrán tener relaciones con otras personas, si así lo desean. David lleva bastante mal este asunto, sobre todo desde que sabe que Nikki tiene un amante, Derek, compañero de trabajo; pero David intenta que eso no afecte a sus hijos, a pesar de que Jess, la hija mayor, le cuenta lo del amante, que él ya sabía, y le suplique que luche por su familia...

Robert Machoian (King City, California, 1977) se graduó con un MFA en la Universidad pública de California. Comenzó pronto a hacer cortos y documentales, casi siempre en comandita con su colega Rodrigo Ojeda-Beck; cuando se pasó al largometraje también lo hizo de la mano de su amigo, en los films “indies” Forty years from Yesterday (2013), God bless the child (2015) y When she runs (2018), todos ellos dramas realistas sobre la familia y las relaciones personales, en entornos de clase medias o medias-bajas y con paisajes rurales o de pueblos pequeños.

Machoian debuta ahora en la dirección de largos en solitario con este The killing of two lovers, que se puede decir que sigue la estela de sus anteriores trabajos con Ojeda-Beck. Efectivamente, estamos ante un singular, hondo, complejo drama con tintes trágicos, que se centra en una familia de clase media en Utah, en eso que se suele denominar, ya casi como un cliché, “la América profunda”, la USA rural, donde se dan cita a la vez, quizá en una difícil mixtura, el telurismo de la tierra y la búsqueda de los valores del civismo social. En ese contexto, la mirada de Machoian es la del protagonista, este David que se debate entre las pulsiones violentas que le provocan los celos en la nueva situación de su matrimonio, en el tiempo de reflexión que se han dado los miembros de la pareja, y la necesidad de sobrellevar civilizadamente esa pausa en su relación.

Decimos que Machoian sigue en buena medida la misma senda hollada junto a Rodrigo Ojeda-Beck: en la forma, sigue gustando el cineasta californiano de los largos planos-secuencia, en especial aquellos en los que sigue a sus personajes, en trávelin, mientras estos corren por las toscas carreteras rurales, o en los diálogos que mantienen dentro de sus vehículos, que se convierten con Machoian en a modo de confesionarios donde los personajes se cuentan sus cuitas, buscan aproximaciones, estallan en broncas: la vida misma, en lo que se constituye pronto en una de sus marcas de fábrica.

Formalmente, Machoian demuestra pronto un exquisito gusto por el encuadre, con una composición que podríamos llamar pictórica, que no estetizante, algo poco habitual en el cine “indie”, en el que el estilo parece estar a menudo reñido con el fondo. Pero el californiano en eso es un estilista, sin ser el suyo un estilo vacío ni hueco sino al servicio de la historia, de sus torturados personajes.

Bien narrada, con una tensión gradual que va creciendo imperceptiblemente, como a fuego lento, la penúltima secuencia, con el (quizá inevitable) enfrentamiento entre los hombres que quieren a la misma mujer, funcionará como inopinada catarsis en la historia, permitiendo, de forma ciertamente inesperada, un final diferente al que podría imaginarse ante el progresivo deslizamiento del protagonista por la senda sin salida de los celos.

Y eso que el retrato que Machoian hace de su protagonista no parecía prever esa deriva; en ese sentido, la mirada del film es la de David, el marido, pero no tiene una visión maniquea, sino que la trama se llena de matices, de momentos de duda, la historia de un hombre cuyos celos patológicos, que intenta reprimir para ser el hombre sensato y familiar que resulta ser especialmente cuando está con sus hijos, irán comiéndole terreno hasta ponerle en el disparadero. Estamos entonces ante un hombre en el filo de la navaja, que quiere conservar la cordura y ser civilizado, pero al que los celos empujan cada vez más por el camino de la violencia. Machoian, en ese sentido, no toma partido, nos muestra, con cercanía, el drama de este hombre demediado entre su parte afectiva y cariñosa y el asesino en ciernes que secretamente crece en su interior.

Hay momentos espléndidos, como la hermosa, melancólica canción compuesta por el personaje protagonista masculino, que canta a capela para su mujer (dentro de la camioneta, cómo no...), una canción que no deja de ser un nostálgico trasunto de sus sentimientos en ese momento tan especial de la relación entre ambos; también es remarcable la buena utilización de los primerísimos planos de los esposos en situación de “stand by” en esa misma escena, primerísimos planos que nos permitirán escrutar sus rostros, también sus sentimientos, mientras hablan de ellos, de los niños, de lo que les está pasando.

Buen trabajo interpretativo de los dos protagonistas, Clayne Crawford y Sepideh Moafi, actor y actriz poco conocidos que han hecho la mayor parte de sus carreras en televisión y en producciones “indie”, resultando aquí muy seguros y creíbles en sus personajes.

(12-03-2021)


 


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84'

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El asesinato de dos amantes - by , Mar 04, 2023
3 / 5 stars
Un hombre con pistola, una pareja dormida