Pelicula:

CINE EN SALAS

En 2002, con el euro recién estrenado, la película El otro lado de la cama consiguió algo bastante inusual, como es hacer que un musical español (bien que adecuadamente rebozado en los ropajes de la comedia, con su puntito picante…) fuera un éxito de taquilla, con 2,8 millones de espectadores y una recaudación que superó los 12,6 millones de euros. La fórmula funcionó gracias a una buena dirección de Emilio Martínez-Lázaro, ya entonces convertido en un seguro profesional que posteriormente daría un taquillazo monumental como Ocho apellidos vascos, pero también, y muy singularmente, a un estupendo guion de David Serrano, que por aquel entonces despuntaba como un brillante e ingenioso guionista, aunque después, como director, el hombre se ha echado más bien a perder… Aquel gran éxito propició, como era de prever, una continuación, titulada Los 2 lados de la cama (2005), que mantuvo razonablemente el tipo y alcanzó unos nada desdeñables 1,5 millones de espectadores, con casi 7,9 millones de recaudación (Fuente de todos los datos: web del Ministerio de Cultura/ICAA).

Raro es que con esas cifras se haya tardado tanto en continuar la historia, nada menos que veinte años desde la segunda de esas pelis. Tenemos entonces aquí Todos los lados de la cama (que tampoco se han quebrado la cabeza con el título…), aspirando a reeditar el éxito comercial de sus dos predecesoras (aunque los datos en taquilla, por ahora, son más bien desalentadores…), imaginando cómo serían y estarían, dos décadas después, la mayor parte de los personajes de aquellas pelis.

Nos encontramos entonces a Javier, uno de aquellos treintañeros, ahora ya cincuentón, con un hijo, Óscar, nacido de su relación con Paula (otra de las de las pelis anteriores), que ahora es lesbiana y como tal tiene pareja estable (aunque con una mujer trans: vamos a rizar el rizo…). Óscar, que le había dicho a su padre que era gay, resulta que ahora le dice que está enamorado de Julia y se quieren casar, lo que el padre no entiende porque tenía asumida perfectamente la homosexualidad de su chico. Pero Julia resulta que es hija de Carlota, con la que Javier (y su amigo del alma Pedro, que ya está en el otro barrio, aunque de vez en cuando se le aparece a Javier para echar unas parrafadas…) tuvo una relación veinte años atrás; ambos no quieren que sus respectivos vástagos se casen, sino que vivan la vida, etc., así que se conjuran para “cargarse” la boda (sin que se note demasiado, se entiende…).

Esta tercera entrega de lo que ya es una trilogía (en un género, el musical, tan escasamente frecuentado por el cine español) nos parece un clamoroso error, empezando por el guion, en el que ya no está el creador de los personajes y las situaciones, David Serrano, sino Carlos del Hoyo (cuyos escasos créditos como guionista incluye algunos episodios de la antediluviana Hospital Central, y de la más reciente Señoras del (h)AMPA) e Isabel Bohoyo (que se estrena como autora de guiones; por cierto, mucho “hoyo” en los apellidos de los guionistas, no sé si era una premonición del escaso éxito de la peli…), con lo cual, ciertamente, mal empezamos.

Pero es que, para más inri, la dirección se le ha encargado a Samantha López Speranza, una cineasta mexicana afincada en España desde hace década y media, cuyos créditos tampoco son como para lanzar cohetes: ha dirigido algunos episodios de series no precisamente distinguidas, como Sin huellas o Asuntos internos. Así que, descabezando a sus brillantes guionista y director anteriores, ¿qué podía ir mal?

Efectivamente, la película es muy inferior a sus predecesoras, con una historia muy marciana, en la que juegan con darle la vuelta a los tópicos, con este Javier que quiere disuadir a su hijo de que se vuelva hetero (habiendo asumido sin problemas su homosexualidad) y, sobre todo, que se case, en una especie de “salida del armario” al revés que ciertamente resulta más bien ridícula. Tampoco ayuda la permanente “calentura” sexual del prota maduro, este Javier más caliente que la pipa de un indio, y con una rara habilidad para tener accidentes de lo más absurdo, a resultas de los cuales (a pesar de su extrema gravedad) nunca llega a reunirse con su querido colega Pedro, que le espera en el cielo de los amigos plastas. La trama se estanca dando vueltas a lo mismo, a los padres de los pipiolos que se quiere casar intentando que no lo hagan, con ideas cada vez más extravagantes e inverosímiles, en una historia narrada muy ramplonamente por López Speranza, a la que desde luego, como poco, le falta un hervor como directora. 

Así las cosas, esta Todos los lados de la cama nos tememos que no llega ni a somier del susodicho lecho… Tampoco ayuda que las canciones de las escenas musicales sean casi todas poco conocidas, mientras que en las otras dos entregas anteriores se optó, con buen criterio, por canciones muy populares perfectamente integradas en las escenas, que venían al pelo de lo que se estaba contando en cada momento. Sin prácticamente vis cómica alguna en el guion ni en los plúmbeos diálogos, las escasas sonrisas se logran más por algunos gags de humor físico (el famoso “slapstick” del cine mudo, más o menos actualizado…) que por el devenir de la historia, marciana y tópica a la vez, en una película que incurre en el peor pecado del cine, aburrir, lo que, tratándose de una comedia, es ciertamente inaceptable. 

En fin, un pequeño desastre, que no pueden remediar un conjunto de buenos actores y actrices, pero cuyos personajes, como aquel banderillero de Luis Miguel Dominguín que se convirtió en gobernador civil, han llegado a esto… “degenerando, degenerando”…

(20/11/2025)



Todos los lados de la cama - by , Nov 20, 2025
1 / 5 stars
No llega ni a somier...