Parece evidente que la trascendencia internacional que ha tenido este no demasiado interesante thriller se ha debido a la participación en el mismo de Viggo Mortensen, quien saltó a la fama por su notable composición del personaje de Aragorn en la saga de El Señor de los Anillos. También es cierto que hay otros elementos de interés en el filme, Todos tenemos un plan, si bien hay que aclarar pronto que no han sido suficientemente desarrollados y que el conjunto no alcanza los mínimos exigidos de calidad que se le presuponía, dado el alto nivel de producción que aportaban los tres países implicados, la Argentina en la que se ambientan los hechos más España y Alemania.
Quizá el error ha sido confiar el empeño a Ana Piterbarg, con una carrera ya consolidada en la realización de series de televisión, pero a la que parece que este filme (cuyo libreto ha escrito) le ha venido grande. Quizá hubiera sido mejor confiar en alguno de los muy seguros y personales directores argentinos, peritos en thrillers sucios como éste, que hubiera podido sacar partido de la historia, que resulta a priori interesante. Veamos: en la cosmopolita Buenos Aires de clase bien, un matrimonio se rompe cuando ella quiere adoptar un niño huérfano y él, un apocado, se cierra (y se encierra en sí mismo) a esa posibilidad, sacando fuerzas de flaqueza de su debilidad mental. A partir de ahí, la llegada a casa del hombre de su gemelo, bronco, marginal y patibulario, además de enfermo terminal, le deparará al protagonista una posibilidad de escape hacia otros horizontes. Su viaje a la región del río Tigre, de donde procede el gemelo ya difunto, estará preñado de sinsabores y enfrentamientos, al asumir la personalidad del muerto, aunque en su interior siga siendo el mismo calzonazos de siempre.
Buenos mimbres en la historia, adobada con la siempre curiosa fórmula del intercambio de gemelos, muy trillada pero que bien utilizada permite casi siempre atisbar entre rendijas algunos singulares comportamientos humanos, no significa sin embargo que Ana Piterbarg (mejor guionista que directora, como parece evidente) haya dado en la tecla en este filme que sabe a poco con respecto a las expectativas suscitadas. No hay una progresión dramática digna de tal nombre, y muchas veces la convicción la ponen antes los rostros de los actores (Mortensen, como siempre, llenando la pantalla, trabajando muchas veces la interpretación con la mera mirada), o el paisaje atribulado del Río Tigre y su peculiar entorno, que la propia realización, que se muestra torpe y desaliñada.
Así las cosas, Todos tenemos un plan resulta un thriller desigual, irregular, con irisaciones, esquirlas de interés, en un conjunto que podría haber dado más de sí. En fin, en casos como éste hay que darle la razón a André Bazin sobre la importancia capital de la figura del director.
Todos tenemos un plan -
by Enrique Colmena,
Sep 16, 2012
2 /
5 stars
Thriller sucio
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