Comencemos por anotar el cambio caprichoso del título para ponerle otro en inglés, dado en Norteamérica, que nada dice. El original figuraba en la novela de Haruki Murakami como un homenaje a Los Beatles, ya que Norwegian wood es el nombre de una de sus conocidas canciones que exactamente se puede escuchar al final durante los créditos.
A la vista de las anteriores películas del director vietnamita Tran Anh Hung, El olor de la papaya verde (1993), ganadora de dos premios en el Festival de Cannes y un César del cine francés, Cyclo (1995), que fue León de Oro y premio Fipresci en la Mostra de Venecia, Pleno verano (2000) y Vengo con la lluvia (2008), algunas de ellas vistas en nuestras salas, tras pasar por varios certámenes y lograr premios, tal vez no sea el realizador más idóneo para llevar al cine la inadaptable novela del escritor japonés Murakami.
El guion, llevado a cabo por el propio director Tran Anh Hung, intenta traspasar el texto literario completo y eso supone que lastre el contenido del film, estirando demasiado el argumento, metiendo personajes secundarios que se quedan sin un desarrollo y secuencias que no son necesarias para expresar el dolor, el suicidio, el amor desestructurado, la falta de sentido de la vida, el paso de la juventud a la edad adulta, el materialismo, el fin de la inocencia y la sexualidad soterrada. Son excesivos temas que están todos expresados en el libro a base de sensaciones, con una gran serenidad, pero que es complicado de pasar a las imágenes.
La cinta se desenvuelve en torno a esas ideas y está sugerida en bellas y agradables imágenes, con la misma lentitud que sucede el paso de la juventud a la madurez, pausadamente, sin tensión, con una gran tristeza, lo cual resulta bastante arriesgado.
La puesta en escena de Tran Anh Hung está visualmente lograda, bien filmada, con una muy cuidada fotografía que comparten Mark Lee y Ping Bin, pero adolece de un cierto desequilibrio y frialdad en su plasmación de la juventud, la muerte y el amor.
La película no decepciona pero tampoco logra entusiasmar a pesar de tener momentos intermitentes conseguidos que no terminan de comunicar y transmitir los aspectos que pretende el texto literario.
Los films de este director no emocionan porque no son redondos al intentar desviarse de sus orígenes y procurar darle una mirada más occidental para que llegue a una mayor cantidad de público, pero posiblemente no es el camino más adecuado para ello o no es suficiente para conseguirlo.
Tokio Blues ganó el premio de la Fipresci en el Festival de Cine de Estambul.
Tokio Blues -
by Francisco Casado López,
Jun 27, 2011
1 /
5 stars
Una película desequilibrada
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