Yakuza

He aquí un entretenido policíaco ambientado en el Japón industrial de los años setenta, un país ya plenamente moderno pero aún inmerso en sus tradiciones. Un armador norteamericano sufre en sus carnes el secuestro de su hijo a manos de los Yakuza, la mafia nipona, por un negocio no efectuado de compraventa de armas. Contrata a un ex detective que vivió en tiempos en Japón; éste contará con la ayuda inestimable de un exyakuza...

El argumento es de Leonard Schrader, un hombre que conoce muy bien el país del Sol Naciente, y el guión es nada menos que de Paul Schrader y Robert Towne, ambos directores, y el primero realmente bueno, aunque su carrera en los últimos años sea languideciente. Hay en la historia un eje fundamental en la relación ente el americano y el japonés, en la que el honor entendido a la manera oriental tiene un valor especialmente destacable. Hay acción exterior, pero también, y sobre todo, movimiento interior.

Dirige Sydney Pollack, miembro del ala progresista de Hollywood, un hombre que tiene entre sus títulos películas tales como Danzad, danzad, malditos, Tal como éramos, Los tres días del cóndor y Memorias de África, un cineasta competente que tiene cosas que decir, y que en Yakuza propone un acercamiento sincero y sin paternalismos a la perspectiva diferente de otra cultura, por más que algunos de sus aspectos nos choquen sobremanera.

Protagoniza Robert Mitchum, uno de los grandes de Hollywood, ya bastante madurito, así como Takakura Ken (o viceversa, que de ambas formas lo hemos visto escrito), un actor japonés que hizo otra incursión en el cine americano en Black Rain, de Ridley Scott, en un papel no muy lejano a éste.