Pelicula:

Richard Quine es uno de esos casos extraños en los que un gran talento, sin embargo, se opaca en solo unos años tras un tiempo de notable esplendor. Quine (Detroit, Michigan, 1920 – Los Ángeles, California, 1989) empezó como actor infantil en el Hollywood de los años treinta, para pasar a la dirección a finales de los años cuarenta. Los primeros años cincuenta se pueden considerar de aprendizaje, aunque ya en ese tiempo rodó algunos films de interés, como los policíacos La senda equivocada (1954) y La casa número 322 (1954). Pero sería a partir de Me enamoré de una bruja (1958) cuando Quine encuentra su voz, la de un cineasta especialmente dotado para la comedia con clase, en la que los diálogos irónicos y las situaciones un punto estrafalarias colaboraban extraordinariamente a un humor inteligente, elegante, exquisito.

Después, durante la década de los años sesenta, rodó otras películas tocadas por el mismo tono y sentido, como Un extraño en mi vida (1960), El mundo de Suzie Wong (1960), La misteriosa dama de negro (1962), la que probablemente es su obra maestra, Cómo matar a la propia esposa (1964), y ¡Oh, papá, pobre papá, mamá te ha metido en el armario y a mí me da tanta pena! (1967), de peculiarísimo título, pero que marcaría el comienzo de su decadencia, encadenando posteriormente varios films que no concitaron ya el favor del público ni de la crítica, terminando por suicidarse de un tiro en 1989 cuando tuvo la plena convicción de que nunca más volvería a dirigir.

Me enamoré de una bruja, como decimos, es la película que lo lanza internacionalmente como un autor de comedias exquisitas, intencionadas, divertidas, cómplices. La historia se ambienta en Nueva York, a finales de los años cincuenta, momento del rodaje de la película. Gillian es una bruja con más de mil años (aunque por la tersura de su piel nadie lo diría...) que regenta una tienda de elementos fantásticos y felinos, con máscaras que recuerdan las que portan los indígenas africanos. Tiene una tía, bruja como ella, un tanto torpe, y un gato, también tan mágico como ella. Un día conoce a Shepherd, un vistoso cuarentón del que se enamora, pero que va a casarse con su prometida al día siguiente. Aunque Gillian es reticente a usar su magia para modificar las conductas humanas, esta vez, dado que desea fervientemente “cazar” al hombre al que ama, decide utilizar un insinuante hechizo...

Divertida, simpática, con mucha clase, la película es un compendio del mejor cine de Quine, beneficiándose por supuesto de una pareja de excelente química, James Stewart y Kim Novak, que coincidieron ese mismo año en otro film, Vértigo (1958), una de las obras maestras de Hitchcock, en un registro totalmente distinto. Quine rodó hasta cuatro películas con Novak, de quien se dice que estaba secretamente enamorado, y lo cierto es que obtuvo un extraordinario rendimiento de la bella actriz, consiguiendo de ella matices sugestivos, como en este film en el que Kim establecería las pautas de las brujas modernas, hermosas, magnéticas, reticentes a usar sus poderes (aunque finalmente los usen, claro...), en un claro antecedente de otros productos audiovisuales posteriores que, evidentemente, bebieron de esta fuente, como la famosa serie televisiva Embrujada (1964), de Sol Sacks, con una inolvidable Elizabeth Montgomery como la maga protagonista.

En papeles secundarios aparecen gente del talento de Jack Lemmon, aquí todavía poco conocido, antes de hacer las comedias de Billy Wilder que le lanzaron definitivamente al estrellato, como El apartamento (1960); y Elsa Lanchester, la no menos inolvidable protagonista del clásico La novia de Frankenstein (1935), de James Whale.

(28-10-2020)


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106'

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Me enamoré de una bruja - by , Oct 28, 2020
3 / 5 stars
Exquisita, divertida, intencionada, cómplice