Pelicula:

Esta película forma parte de la Sección Oficial del 17 Festival de Cine Africano (FCAT’20). Está disponible por tiempo limitado en Filmin.

El cine sudanés es de los más endebles de África y por ende del mundo. En toda su historia la IMDb censa un total de 65 títulos, entre largos y cortos, ficción y documentales y productos televisivos. Para hacerse una idea de la dificultad de producir audiovisuales en Sudán, baste decir que en 2019 se han rodado 3 films, un corto, un documental y este largo de ficción. Sudán es uno de los países, en términos económicos, más atrasados del mundo, asolado además por varias guerras civiles en las últimas décadas, con un dictador que mantuvo al país aherrojado durante decenios, con una economía paupérrima a pesar de que (hasta la proclamación de independencia de Sudán del Sur, en 2011), el país poseía importantes yacimientos de combustibles fósiles.

Amjad Abu Alala es un productor, guionista y director sudanés, nacido en Jartúm, la capital del país, pero afincado en los Emiratos Árabes Unidos. En una entrevista explicaba que le ha costado 25 años poder hacer este su primer largometraje, lo que da idea también de la dificultad de hacer cine en Sudán, a pesar de haber contado, como es el caso, con recursos económicos y técnicos aportados por los países coproductores, varios de ellos europeos, como Francia, Alemania y Noruega, y otros del mundo árabe, como Egipto y Qatar (o Catar, como parece que debería escribirse, según la RAE).

La historia se ambienta en nuestro tiempo, en Aljazira (o Gezira, como también podría transliterarse, según parece), una provincia de Sudán. Conocemos a Sakina, una mujer que ha tenido un bebé recientemente y que lo lleva a las bendiciones del santo o sabio del lugar. Pero en el momento en el que el anciano pronuncia el número 20, el bailarín que ejecutaba una danza ritual, cae fulminado por una especie de síncope: el sabio interpreta entonces que Alá predice que el niño, de nombre Muzamil, morirá al cumplir los 20 años. A partir de ahí, la vida de Sakina será un infierno; el marido y padre del niño, incapaz de soportar la carga de saber que su hijo morirá a los 20 años, marcha a otro país a trabajar. La infancia del pequeño Muzamil es complicada: los otros niños le llaman “hijo de la muerte”, y su madre, sobreprotectora, no quiere que vaya a la escuela islámica, porque no parece que merezca la pena, dada la corta vida que se augura al muchacho. El imam la convence para que lo haga, y el niño memoriza el Corán de dos formas. Pero cuando conoce a Sulaiman, un hombre mayor que vive al margen de las convenciones religiosas, y le descubre otro mundo a través de las películas de cine, Muzamil empieza a cambiar...

El primer plano del film ya da idea del tono de esta You will die at 20 (literalmente, “Morirás a los 20”): en primer plano vemos el cuerpo muerto, ya en fase de descomposición, de un animal grande, un bóvido, con un ave carroñera merodeando; al fondo del plano, en profundidad de campo, aparece una festiva comitiva vestida con vivos colores, que acompaña a Sakina a la ceremonia de bendición de su hijo; ese primer plano ya presenta negros augurios, al mezclar muerte con vida. A partir de ahí, Abu Alala se nos muestra como un cineasta con muy interesantes ideas visuales: así, la transición de Muzamil niño a joven la resuelve con un breve plano en el que aparecen en imagen juntos el niño, la madre y el joven, y a partir de ahí ya será el muchacho el que veremos en pantalla; en otro momento, la madre aparece, quizá en un rapto onírico, como una “pietà”, con una iconografía como la que hizo popular la célebre estatua de Miguel Ángel en el Vaticano, con la madre dolorosa y el hijo muerto postrado en su regazo; aún habrá más muestras de ese notable instinto visual; por ejemplo, en las tres escenas en las que Muzamil apoya su cabeza sobre el pecho de otros tantos varones para saber si su corazón late, entrando la tercera, en la que Muzamil niño ausculta a Muzamil joven, en el terreno de la fantasía o de la abstracción; también es sorprendente la imagen, también onírica o simbólica, en la que vemos a Sakina, la madre de Muzamil, totalmente vestida de negro (como viste desde la profecía sobre su hijo), sentada, mirando a cámara, mientras una multitud vestida de blanco y tocada con “fez” (el rojo sombrero islámico, de forma cónica) mira hacia el fondo del plano, evidenciando así la postura a contra corriente de la mujer, que intenta luchar contra la tradición que amenaza, inexorable, con arrebatarle a su hijo.

Estamos entonces ante una película con buena envoltura formal, con esmerada calidad de imagen y fotografía, de una poesía callada, nada ostentosa, en las cosas desgastadas, en los paisajes luminosos del África negra, con un tono de cierta ingenuidad, a veces casi naif, a pesar de la sobresaliente calidad plástica.

Temáticamente es una obra de evidente tono determinista, fatalista, con una iluminación y una música que son adecuados elementos que ayudan a ello, en una obra sencilla, sin pretensiones intelectuales, pero interesante en su dicotomía entre vida y muerte. Su tema es la predestinación, y si es posible escapar de ella. Un final metafórico pero nos parece que esperanzado apuesta por el futuro, por el mundo, por la apertura sincera a otras formas de entender la vida.

Con algunas escenas que resultan difíciles de soportar, como el tremendo simulacro de entierro forzoso que ejecutan los niños de su escuela sobre Muzamil, You will die at 20 es una excelente prueba de que en África, si cuentan con los medios necesarios, pueden hacer un cine perfectamente homologable, en términos narrativos y de interés, al que se hace en Occidente. La película cuenta con buenos actores y actrices, verosímiles, creíbles, frescos, todos ellos en su primera interpretación ante una cámara, lo que dota a sus actuaciones de una rara sensación de realidad.

El pequeño Muzamil, plenamente imbuido del que cree su fatal destino de morir a los 20 años, le pregunta a su madre, en un momento dado, “el tiempo que estuve en tu vientre, ¿cuenta en mi vida?”, intentando columbrar si esos 19 años de su existencia serán aún menos si los meses de gestación se incluyen en el tiempo que le queda. Fatalismo, entonces, versus futuro indefinido, muerte contra vida, en una obra hermosa en su melancolía, pero aún más bella en el mensaje, finalmente esperanzado, que nos depara.  

(09-12-2020)



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103'

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You will die at 20 - by , Dec 09, 2020
3 / 5 stars
“El tiempo que estuve en tu vientre, ¿cuenta en mi vida?”