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José María García es, sin duda, una de las grandes figuras de la comunicación en España, o al menos lo fue durante el pasado siglo, porque lo cierto es que en esta centuria vigesimoprimera prácticamente no ha tenido repercusión en los medios, en una retirada que, al día en el que escribimos estas líneas, no parece vaya a tener marcha atrás. Pero durante el último cuarto del siglo XX García fue un personaje popularísimo en España, inicialmente desde principios de los años setenta, a través de sus incendiarios programas en la Cadena Sur, dentro del macroespacio informativo nocturno Hora 25, y a principios de los ochenta, tras ser despedido de su anterior emisora, en Antena 3 Radio, con su programa Supergarcía, martillo de herejes y, sobre todo, de directivos de clubes y de la Federación Española de Fútbol. En los inicios de los años noventa, tras la compra por parte del grupo Prisa de esa emisora (lo que los afectados llamaron “antenicidio”), García emigró a la Cope, la red de emisoras de la Iglesia, donde se mantuvo hasta finales de siglo, si bien a mediados de esa década, en 1995, se produjo un hecho histórico: por primera vez otro programa deportivo, El larguero, dirigido por su antiguo colaborador José Ramón de la Morena, emitido en la cadena rival, la SER, superó en audiencia al espacio de García, que ya no volvería a recuperar la primogenitura en las ondas.
En esa durísima pugna entre García (coloquialmente conocido en España como Butanito, por su corta estatura) y De la Morena se basa, más o menos libremente, la miniserie de 6 capítulos Reyes de la noche, que pone en imágenes, con nombres distintos y también algunas circunstancias diferentes, la guerra que durante años mantuvieron ambos comunicadores hasta que, como cabía esperar, el más joven terminó por llevarse el gato (en este caso la audiencia, ese tesoro) al agua. Pero en esencia se puede decir que la historia es, en líneas generales, la de ese enfrentamiento que superó lo profesional para llegar a lo personal, cosa en la que, como es lógico, la serie hace especial hincapié, probablemente fantaseando con algunos excesos que seguramente no se produjeron. Pero este audiovisual no pretende ser un prodigio de rigor histórico, sino más bien una especie de “docuficción” disfrazada, y en ese sentido, se puede decir que consigue plenamente su objetivo.
Porque Reyes de la noche tiene la rara virtud de interesar incluso aunque no se tenga especial interés por el deporte ni por el fútbol, que era mayormente el contenido que colmaba las muchas horas que el Butanito y De la Morena, aquí llamados Paco el Cóndor y Jota, respectivamente, pasaban delante de los micrófonos, en programas con las que millones de españoles se dormían cada noche. E interesa a los no aficionados al fútbol porque los creadores de la miniserie, Cristóbal Garrido y Adolfo Valor, con buen criterio, encauzaron el reto conceptualmente como el de una pugna casi a muerte entre dos líderes, entre dos machos alfa, si queremos decirlo en esos términos, con independencia de cuál fuera el metafórico terreno de juego. Así, asistiremos a las estrategias, cada vez más osadas, cada vez más peligrosas, también cada vez más rastreras, que los dos comunicadores pondrán en marcha para hundir al adversario, en una carrera desenfrenada cuya meta era la muerte profesional del otro y la victoria incuestionable del ego propio.
Bien filmada, con acercamientos a la realidad (esa emisora de los curas, trasunto de la Cope, con notable densidad de meapilas por metro cuadrado, chocando con el carácter brutal y más bien impío del llamado Paco el Cóndor), manteniendo en todo momento el interés y la amenidad por el desenlace de la intriga, aunque ésta, si se conocía la historia del verídico enfrentamiento entre De la Morena y García, era evidente, la miniserie supone un muy interesante acercamiento hacia el fenómeno de la rivalidad radiofónica o simplemente periodística, cuando la verdad, esa rareza, es inmolada una noche tras otra en el ara de la egolatría, de la soberbia, incluso de la iniquidad.
De la sensación de que la serie hizo mella en el ánimo de alguno de los protagonistas (probablemente García, que era el que salía peor parado como persona en esta historia, en la que no había canallada que no se le atribuyera a su "alter ego", incluida alguna de corte familiar que rozaba la ignominia) parece buena muestra el hecho de que, tras su estreno, con éxito de crítica y público, y habiéndose anunciado una segunda temporada, pocos días despues Movistar+, productora y distribuidora del producto, anunció su cancelación… Parece evidente que García, aunque alejado de la actualidad, sigue manteniendo poderosos contactos en altos despachos y debió mover sus hilos para no tener que volver a ver más historias sobre su personaje en la pantalla… y esos hilos funcionaron, vaya que sí…
Gran trabajo actoral, en especial de Javier Gutiérrez, que hace de García, con la prodigiosa transmutación que consigue adoptando ante los micrófonos la peculiarísima voz del Butanito, imitada hasta la saciedad por los cómicos de la época, con toda la jerga que se hizo tan popular en sus incendiarios "speechs": chupópteros, abrazafarolas, correveidiles… Miki Esparbé, como heterónimo de José Ramón de la Morena, está bien, aunque nos parece que el trabajo de Gutiérrez está a un nivel superior.