Enrique Colmena
Está visto que el nombramiento de la (ya) ex presidenta de la Academia de Cine de España como nueva ministra de Cultura en el gobierno Zapatero 4/09 no es la última sorpresa que tendremos en esa cartera: si era llamativo el hecho de que una persona sin experiencia en la administración pública, como Ángeles González-Sinde, asumiera la dirección del ministerio, una de sus primeras decisiones, la de hacer director general del Instituto del Cine y de las Artes Audiovisuales (en siglas ICAA, de cuando aún creíamos que en Cuba, con su homólogo ICAIC, ataban los perros cinematográficos, y políticos, con longaniza…) al aún eurodiputado catalán Ignasi Guardans i Cambó, no ha dejado tampoco indiferente. Aún cuando este nombramiento sea todavía “in pectore” (la ministra dice que hay que respetar el hecho de que “aún” sea eurodiputado, aunque le queden dos telediarios y su partido no lo vaya a renovar como tal), lo cierto es que el senyor Guardans se convertirá, si Truffaut que está en los cielos no lo remedia, en el nuevo jefe de la cosa cinematográfica en España.
Y lo cierto es que, aunque Ignasi Guardans tiene cierta relación con el cine (se ha encargado de temas culturales, en general, y cinematográficos, en particular, durante esta legislatura en el Parlamento de Estrasburgo), lo cierto es que no es uno de los nuestros, por utilizar una terminología, tan cinematográfica, que usábamos en el reciente artículo titulado “Ministra por sorpresa”. De esta forma se rompe una norma no escrita, según la cual los directores generales del ICAA eran, siempre, gente del cine: los hemos tenido de varias tipologías: directores de cine (Pilar Miró, Fernando Méndez Leite); críticos de cine (Fernando Lara, que también fue feraz director de la Semana de Cine de Valladolid; Miguel Marías, que no dejó un callo por pisar en su paso por el ICAA; Miguel Pérez Estremera, que también dirigió otro certamen de renombre, el de San Sebastián; y Carlos Gortari, uno de los miembros de la pléyade surgida del sevillano cineclub Vida); guionistas (Juan-Miguel Lamet); e incluso algún burócrata del ministerio (Enrique Balmaseda). Pero nunca se había dado la circunstancia de que un político puro fuera director general de cine, ni de su ente sucesor, el mentado ICAA de nominales resonancias cubanas. Así las cosas, ¿cuál puede ser la causa de que la ministra de cultura más cinematográfica que haya existido, haya elegido a un político para dirigir la “res publica” fílmica? Probablemente, porque la dirección de la cuestión cinematográfica la va a llevar ella directamente, y el senyor Guardans hará de guarda y guardará la ropa mientras nada (jo, no he podido resistirme al cuasi calambur…).
Además, se intuye una cierta jugada de alta política, que excede el ámbito de la ministra y alcanza cotas superiores y con intenciones mucho más ambiciosas: como es sabido, tras la “entente cordiale” entre Partido Socialista y Partido Popular para gobernar en Euskadi, los socialistas se han quedado en el Congreso de los Diputados sin sus aliados del Partido Nacionalista Vasco, por lo que las va a pasar canutas de aquí a final de legislatura. En ese contexto, hacer un guiño a Convergència y Unió, el partido de Ignasi Guardans, puede tener su sentido. Claro que, si hay que hacer caso a la reacción de las Juventudes de Convergència (el partido mayoritario de la poderosa coalición catalana), el nuevo cargo de Guardans, en vez de parecerles un guiño que propicie una metafórica coyunda, más bien les ha resultado un guantazo en plena jeta…
Así las cosas, no sabemos si habrá sido una jugada de alta política, o no. Lo que sí parece claro es que Guardans va a pitar poco en el ICAA, y González-Sinde va a ser quien lo maneje, aunque sea en una especie de nueva edición de La Voz de Su Amo…
En cualquier caso, saludaremos al nuevo director de la cosa con la cortesía correspondiente, y, ya que estamos, en su lengua vernácula: benvingut, senyor Guardans…