Enrique Colmena

Uno de los temas recurrentes de este infernal verano (por las temperaturas, altísimas, al menos en España, pero también por una cartelera lamentable, llena de saldos de final de temporada) ha sido el paso adelante del actor y productor Arnold Schwarzenegger, al dar a conocer que se presentará a la futura votación de "recall" (una especie de moción de censura a lo bestia, en la que no votan los parlamentarios sino todos los ciudadanos) para el cargo de gobernador de California, en el que, si el actual mandatario es enviado a los albañiles, como parece, tiene bastantes papeletas (nunca mejor dicho...) para convertirse en el máximo dirigente de la Administración en el Estado más rico de USA. Pero, como cabía esperar, todo ha sido confirmarse que el bueno de Schwarzzie se va a presentar a esa votación, y lloverle críticas de todo tipo: que si ridiculizarlo con el apelativo de "gobernator", que si qué se creerá el cachas ése, que si pensará que todo se arregla a guantá limpia, que si todo lo que tiene de musculitos le falta de masa gris en el cerebro... En fin, una serie de improperios, más bien estúpidos, cuando, si de algo está claro que no carece Arnold es, precisamente de inteligencia.
Miremos atrás: nacido en Austria, y con una cara tedesca tipo Frankenstein, Arnold se dedicó desde su juventud apolínea (es un decir, con lo feo que era...) a cultivar el cuerpo, y lo hizo con tanto esmero y fervor que llegó a ser Mister Universo (aclaración "ad hoc": en aquella época, los años sesenta, los concursos de Mister Loquesea no eran, como ahora, para ver cuál es "el-más-guapo-de-esta-reunión", sino para ver quién sacaba más músculos). Pero como además de tener más bíceps que nadie, Arnold Apellidoimpronunciable tenía una buena partida de neuronas, emigró a Estados Unidos, donde empezó, con el escaso bagaje de su cuerpo escultural (nunca mejor dicho...), metiendo cabeza con papelitos de poca monta en filmes como "El largo adiós" (The long goodbye", del guadianesco Robert Altman) o en "TV-movies" de segunda división como "The Jayne Mansfield Story". Lo cierto es que su físico, que le ha marcado siempre, le permitió encontrar su primer gran papel, por el que alcanzó notoriedad, "Conan el bárbaro" (por cierto, rodado en buena parte en España), y poco después, en 1984, haría el primer filme de la trilogía que, a buen seguro, le hará pasar a la Historia del Cine: "Terminator", con dirección de James Cameron, hace de él una estrella rutilante, y a partir de ahí compone un personaje de acción muy peculiar, fuerte pero humano, en filmes como "Depredador", "Perseguido" o "Danko: Calor rojo". Pero como el mocito de tonto no tiene un pelo, pronto se da cuenta de que su carrocería no le va a acompañar siempre por ese camino de héroe de acción, y abre una nueva veta, la de la comedia, que desde entonces ha cultivado con cierto éxito: "Los gemelos golpean dos veces", "Poli de guardería", "Junior" (donde incluso se travestía de mujer y salía embarazado con una barriga hasta la boca...), "Un padre en apuros"... que permitió reconocerle ciertas dotes para un género en el que su teóricamente homólogo Sylvester Stallone ha fracasado completamente. Por supuesto, siguió alternando títulos de acción químicamente pura, como "Desafío total", "Terminator 2" (quizá la mejor de la Trilogía del androide venido del futuro), "El último gran héroe", "Mentiras arriesgadas".., pero en todas ellas ya hay un poso de ironía interesante, son películas que trascienden el mero entretenimiento olvidable, ideal para adolescentes memos, para llegar a ser productos ciertamente de evasión, pero hechos con inteligencia y elegancia.
Así que, ¿por qué este hombre, hecho (literalmente...) a sí mismo, no va a poder optar al sillón de gobernador del Estado en el que vive, cuando no sólo ha conseguido superar sus limitaciones corporales como actor sino, además, acrecentar sus ganancias administrándolas con mesura y capacidad de gestión? ¿O es que un cómico no puede optar a otra cosa que no sea hacer reír, o llorar, e incluso en ocasiones ambas cosas a la vez, a la gente? Pues ya me dirán en España, por ejemplo, que es lo que tenemos más a mano, si no irían las cosas mucho mejor en el País Vasco si, en vez de tener a este "lehendakari" llamado Ibarreche, especialista en liar la guita todo lo que puede y más, estuviera en el Palacio de Ajuria Enea, sede del Gobierno Vasco, un poner, Imanol Arias (ya sé que el bueno de Imanol no se considera euskaldun, pero vale la licencia), hombre de gran sentido común, con la cabeza bien amueblada y que ha sabido llevar una carrera como actor de lo más coherente. No digamos en Cataluña: cuánto mejor no les iría si, en vez de los dos candidatos que en los próximos meses se disputarán dormir en el Palau de la Generalitat, Pasqual Maragall y Artur Mas (el primero, un nostálgico de la Edad Media, con su querencia de recuperar la Corona de Aragón, finiquitada hace cinco siglos; el segundo, con aspecto de jefe de planta de El Corte Inglés, sección lencería fina...), la candidata y finalmente President fuera, por ejemplo, Nuria Espert, con todo el "seny" del mundo, una mujer cabal donde las haya, centrada y responsable...
Y si nos referimos a los mismísimos Estados Unidos, ¿no les parece que, por ejemplo, Tom Hanks, sería un presidente infinitamente mejor que el actual, el insufrible Bush? Hanks es respetado como un líder moral en USA, un hombre honesto y cabal, que ha sabido labrarse también una carrera magnífica, partiendo desde una posición ciertamente poco envidiable, como cómico en comedietas para adolescentes, para, poco a poco, derivar hacia un cine serio, riguroso, comercial, por supuesto (en Estados Unidos, los presupuestos son tan altos que todas las películas tienen que funcionar en taquilla...), pero adulto y sensible, con cotas tales como "Forrest Gump", "Salvar al Soldado Ryan" o la espléndida "Camino a la perdición".
Así que, menos tonterías y menos desprecios hacia el bueno de Schwarzzie. Si, finalmente, los californianos mandan a por tabaco a su actual (y pésimo, al parecer) gobernante, y eligen al austriaco de cara cuadrada (aunque es cierto que los cirujanos lo han mejorado considerablemente), creo que los cómicos y gente del cine de todo el mundo tendrán la ocasión de demostrar que, puestos a gobernar, no todos tienen que ser tan lamentables como su colega Reagan, por ejemplo (y perdón por la forma de señalar...).