Rafael Utrera Macías

Prosa ideológica y política


Otros trabajos de Giménez Caballero, artículos y ensayos, posteriores a su prosa vanguardista, siguen manteniendo curiosa atención e interés por el cine, enjuiciándolo ahora desde perspectivas eminentemente políticas, sociales y pedagógicas: El libro y el cine ante el Estado (1935), Lengua y Literatura de España y su Imperio (1940-1953), El cine y la cultura humana (1944), y Amor a Méjico (a través de su cine) (1948).


En El libro y el cine... establece un paralelismo entre la historia de ambos elementos; éste se convierte en un colaborador de aquél antes que en su enemigo; el resultado es "la archimprenta"; las masas son "liberadas" sucesivamente por uno y otro. Unas consideraciones puntuales a la cinematografía española del momento concluyen al combinar los valores sociales del cine con el genio español; el autor, en pleno delirio fascista, sueña con un tipo de cinema radicalmente distinto tanto del capitalista como del comunista; cifra sus ilusiones en la cinematografía italiana, aunque, si ello no fuera posible, España podría contribuir a formarlo con "su genio universo y catolicista".


Su Lengua y Literatura..., tesis doctoral antes que libro de texto para Bachillerato, es, posiblemente, el único, tal vez el primero, que incluye la consideración del cinema como elemento artístico y social en digno paralelo con el arte escrito, mientras que en El cine y la cultura justifica el intervencionismo censor del Estado ante la potente influencia del nuevo arte en la sociedad y las direcciones que éste puede tomar orientado por los mercachifles de la cultura.


El libro Amor a Méjico (a través de su cine) comienza a escribirse, como artículo, en 1939; "causó estupor -dice Giménez- porque se atrevía a honrar a Méjico"; publicado como cuaderno en 1948, se adentra en la cosmovisión de ese pueblo a través de su "genio" religioso, caballeresco y popular, analizando películas y personajes representativos de esta cinematografía: Vida de San Francisco de Asís, María Candelaria, Enamorada, junto a la figura de Cantinflas. Su posición es la de "un espectador cualquiera" que en su "endecha" combina el "cariño y el deseo". En el primer film comprueba que el espíritu de fraternidad mejicana es el franciscano, representado en la palabra "manito', antes que la consanguineidad racial precolombina, el criollismo revolucionario, la ciudadanía democrática o el “camaraderismo” proletario; en María Candelaria lee la historia de una Magdalena que "sin pecar, muere lapidada"; la película de la india mártir que paga las culpas de su madre es "catolicismo directo, evangelio purísimo, en acción y cinematografía".


Contrasta luego el "tipo" de Jorge Negrete con el de Mario Moreno; si el primero es uno de los símbolos del genio caballeresco por su perfil apolíneo y sus maneras elegantes propias del "señorito", del "catrín o curro", del "divo", del "hidalgo", el segundo es el heredero de la casta de "pícaros" y "escuderos"; Cantinflas se expresa en un lenguaje piramidal cuyo discurso acaba en el "vértice silencioso de su gesto"; sus contestaciones no pueden ser analizadas lógicamente por lo que se presentan para el interlocutor tan "nihilistas" como "aniquiladoras", cerradas en su significación; su figura y su carácter combina el fondo franciscano y la gracia latina con los rasgos budistas y asiáticos. El libro es una aproximación a la cultura mejicana basándose en la interpretación de su cosmogonía e idiosincrasia tal como se expresa en ciertos títulos significativos de su cine. El contraste entre la concepción cinematográfica en los textos vanguardistas y la desarrollada en estos últimos, evidencia las tres etapas que en la obra general de nuestro autor ha señalado José Carlos Mainer: la incursión surrealista, la preocupación españolista y el fascismo declarado.


 


La consideración del cinema en La Gaceta Literaria


Las citas contenidas en las obras de Giménez Caballero demuestran una atención constante por el fenómeno fílmico, aunque no ocupe éste el centro de su actividad intelectual; fue, sobre todo, apologista de la modernidad, reclutador de entusiastas y precursor de la atención ilustrada para con el cinematógrafo. En La Gaceta Literaria aglutina a la intelectualidad del momento y le ofrece el cine como tema predilecto para sus escritos y para sus actividades. El precedente establecido por Ortega y Gasset en la revista España al acoger la crítica y el comentario cinematográfico de Federico de Onís (luego continuada por Martín Luis Guzmán y Alfonso Reyes, firmantes con el pseudónimo de "Fósforo") se perpetúa por parte de Giménez Caballero en su publicación, encomendándole el artículo de tema cinematográfico a Luis Buñuel; en efecto, desde el número 2 aparece esta colaboración que, posteriormente, y por medio de variados tratamientos, desde el ensayo a la poesía, desde la información a la encuesta, firmarán, entre otros, Guillermo de Torre, Miguel Pérez Ferrero, Antonio G. Solalinde, Julio Álvarez del Vayo, Benjamín Jarnés, Salvador Dalí, Rafael Alberti, Luis Gómez Mesa, Pío Baroja, Jean Epstein y Luis Cardoza Aragón; los firmantes ofrecen opiniones sobre películas (Varieté, Metrópolis), cineastas (Charlot, Keaton), estética y técnica (fotogenia, vanguardia, filme arte/ antiartístico), recursos expresivos (tiempo, personajes), poesías (a los cómicos), etc.


Los bloques más sugerentes, aparte del monográfico dedicado al cinema, en el número 43 (1928), son tres significativas encuestas de variada temática; en la primera, contestada por los obreros de artes gráficas, se establece la alternativa entre novela o cine; de los cuarenta y un encuestados, treinta y seis prefieren la primera y sólo tres el contrario (con dos respuestas mixtas); en la segunda, efectuada a obreros del transporte, el teatro es preferido al cine. La tercera tiene como tema el cine sonoro, novedad industrializada en 1929, y a ella contestan José Mª Salaverría, Antonio Espina, Enrique Salazar, Francisco Ayala, Antonio de Obregón, Sabino Micón, Luis Gómez Mesa, Amparo Verardini y Miguel Pérez Ferrero.


Desde el punto de vista de las relaciones entre poesía y cine, las colaboraciones de Alberti constituyen un conjunto de extraordinario interés; tomando como referente el cine cómico americano, dedica poemas a Harold Lloyd, Buster Keaton, Charlot, Ben Turpin, Larry Semon, Harry Langdon, Luisa Fazenda, etc.; las colaboraciones, publicadas durante 1929 en sucesivos números de La Gaceta fueron, posteriormente, recogidas en el libro titulado Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos. Puede verse en Criticalia la serie de artículos dedicados a Buster Keaton (6 al 16. 09. 2019) lo que nos exime de detallar ahora otros aspectos de autor y personajes.


Por lo que respecta al propio Giménez Caballero, firmó unas cuantas colaboraciones de tema cinematográfico en su revista, tales como "Cartel de la nueva literatura", "Cine-club en la Universidad" y la noticia sobre el Congreso de La Sarraz. Los artículos dedicados a Buñuel y Dalí son, desde el punto de vista literario-cinematográfico, los más significativos. El panegírico buñueliano se planifica desde la admiración del amigo y la interrogación del espectador; la actividad parisina del aragonés implica una fe cinematográfica, "en pos del cinema", semejante a la demostrada por Ortega en Marburgo; este primer plano sobre el aragonés de Calanda lo muestra como "un cíclope" de "silueta heraclida" y "rostro xilográfico". El dedicado a Dalí plantea una conversación con el pintor tras el escándalo parisino protagonizado por los "camelots" contra el film L'age d'or; el entrevistador se pone de parte de los atacantes por entender que han ganado la partida a los superrealistas ya que aquéllos "han practicado de veras la acción, la subversión, la violencia, el revólver, el puñetazo".


Ilustración: Portada de la revista La Gaceta Literaria, fundada y dirigida por Ernesto Giménez Caballero.


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