Enrique Colmena
Tiene dicho el cineasta portugués Manoel de Oliveira que sigue haciendo cine porque, si para, se muere. Teniendo en cuenta que frisa los 96 años, es una afirmación a tener presente, aunque sea un método para conseguir la longevidad algo complicado para el resto de los mortales. Lo curioso de este cuasi centenario director (por supuesto el decano, con exceso, de sus colegas de todo el mundo) es que hasta los años sesenta se limitó a rodar documentales más bien olvidables, y fue a la edad en la que otros se jubilan cuando comenzó su frenesí de largometrajes de ficción, con un ritmo cada vez mayor y, en general, también creciendo en interés, películas llenas de diálogos con frecuencia sicalípticos, pero que generalmente fascinan al espectador. Así, en los años setenta llamó poderosamente la atención con su desaforado melodrama romántico "Amor de perdición", continuado en los ochenta con otro producto similar, "Los caníbales", aunque a este último lo dotó de un final de surrealista paroxismo. A partir de los años noventa De Olivera se configura ya como un cineasta de culto, y sus filmes se estrenan regularmente en España, lo que tiene un mérito enorme si tenemos en cuenta que la cinematografía lusa es una gran desconocida en nuestro país. Llegan así filmes como "El valle Abraham", peculiar y libérrima tragedia al modo stendhaliano; "La caja", retablo de la avaricia del ser humano; "El convento", oscuro drama cuasi shakespeareano donde protagonizan ya estrellas del calibre de John Malkovich y Catherine Deneuve; "Viaje al principio del mundo", regreso a sus orígenes con un Marcello Mastroianni herido de muerte; "Party", con otros dos monstruos sagrados de la interpretación, Irene Papas y Michel Piccoli; "La carta", nostálgica y vivísima historia de amor con la hija de Mastroianni, Chiara; "Palabra y Utopía", que bucea implacable en la historia de un heterodoxo de la Iglesia Católica Portuguesa, temática y estilísticamente a contra corriente; tras un par de títulos inéditos, nos llegó "El principio de la incertidumbre", algo inferior a lo habitual en Oliveira, pero ahora se estrena su (penúltima, porque ya está con otro proyecto...) nueva obra, titulada quizá perogrullescamente "Una película hablada", una especie de Torre de Babel europea, mediterránea y clásica, con un reparto de excepción: Malkovich, Deneuve, Papas, Sandrelli, Silveira, Cintra. ¿Quién dijo que la eterna juventud no existía?