Enrique Colmena

La novena edición del Sevilla Festival de Cine Europeo (conocido también por su acrónimo en inglés, SEFF) se ha saldado con un resultado en general positivo. El cambio en la dirección, tras la moribunda gestión que Javier Martín Domínguez ha ido llevando en los anteriores cuatro años, con decreciente interés, se ha revelado como muy apropiado. El nuevo director, José Luis Cienfuegos, con una muy interesante carrera al frente del Festival de Gijón (donde su salida fue, sin embargo, abrupta), ha conferido al certamen sevillano una impronta más próxima a la que en su momento le imprimió Manolo Grosso en las primeras cuatro ediciones del SEFF. Con Cienfuegos se ha vuelto al cine más riguroso, más arriesgado, más comprometido, más social, más solvente también cinematográficamente hablando.

En el debe quizá haya que colocar la escasa presencia de figuras de cierta entidad cinematográfica, que si bien pueden no aportar gran cosa desde un punto de vista fílmico, sí es cierto que ayudan a la visibilidad del certamen en los mass media. Contar con la presencia de Agnes Varda es un lujo desde el punto de vista cinéfilo, si bien los medios de comunicación generalistas no tienen ni idea de quién es la autora de Cléo de 5 à 7. Tampoco María de Medeiros se puede considerar muy mediática que digamos.

Pero en lo que cuenta realmente, el cine, lo cierto es que este año hemos disfrutado de una Sección Oficial claramente superior a las de años anteriores, con varios títulos de enjundia que podrían haber ganado los premios del Jurado. Entre estos filmes relevantes que hubieran sido carne de galardón podríamos citar el estupendo drama historicista Un asunto real, una coproducción mayoritariamente escandinava sobre la primera monarquía (la danesa) que implantó en Europa las primeras libertades públicas, antes incluso que en Francia; también la nueva película de Manoel de Oliveira, el decano (con varias décadas de ventaja…) de los directores de todo el mundo, Gebo et l’ombre, tan peculiar como todo su cine, podría haber sido objeto de premio. Otros filmes, como la danesa The Hunt, era una propuesta cinematográficamente notable aunque nadaba contracorriente en el vidrioso asunto de las denuncias falsas en pederastia.

Sin embargo, el Jurado Oficial del SEFF apostó, lícitamente, por los premios de corte social, galardonando la sueca Eat Sleep Die, que pone en escena el lacerante asunto del desempleo incluso en los países de mayor bienestar social del mundo, y la griega Boy eating the bird’s food, en este caso sobre el problema del hambre que está castigando ya las economías europeas arruinadas. Los protagonistas de ambas películas fueron también premiados, quizá como prolongación de los filmes en los que intervenían, como los mejores actriz y actor, respectivamente, del festival, dejando sin premio otras interpretaciones eximias, como las de Mads Mikkelsen tanto en Un asunto real como en The Hunt, y la de la estupenda Pernilla August en Call Girl.

Entre el resto del palmarés destacaremos precisamente el premio de la Asociación de Escritores Cinematográficos de Andalucía (ASECÁN), entre otras cosas porque rescató del olvido a la mentada The Hunt, cuya ausencia del palmarés hubiera sido muy injusta, y que también mencionó, por la cuestión social, la también citada Boy eating the bird’s food.

El resto de las secciones del SEFF han estado, en general, entonadas. La de Las Nuevas Olas, como cabía esperar, ha presentado algunas cosas interesantes, aunque es inevitable que dentro de una sección experimental como ésta se cuelen chorradillas que no tienen mayor entidad. Otras secciones como las ya habituales Selección EFA, Eurodoc o Panorama del Cine Andaluz, presentaron la cosecha de los últimos años en sus respectivos ámbitos. Por cierto que en el caso de la relacionada con el cine andaluz, uno de los más importantes productores andaluces, Antonio P. Pérez, productor de filmes como Solas, 3 días o La voz dormida, denunció la preocupante atonía de la producción para el próximo año, teniendo en cuenta que, actualmente, ni se está rodando ni hay proyecto alguno con participación de una productora andaluza, lo que podría hacer que el año 2013 hubiera de suspenderse esta sección dentro del SEFF.

En definitiva, el Sevilla Festival de Cine Europeo, con Cienfuegos a la cabeza, parece estar recuperando las señas de identidad de un certamen que, ciertamente, nunca debió perder. Si para próximos años ahonda en esta línea, y además consigue traer a algunas estrellas que hagan visible el Festival en los medios, se puede augurar un futuro más que prometedor para esta fórmula que se ha demostrado, nuevamente, que funciona.