Hago gracia al lector de lo que supone Lord Jim como arquetipo literario, también cinematográfico. El personaje nace en la novela homónima de Joseph Conrad, el gran escritor anglo-polaco, habiéndose llevado también al cine en al menos dos ocasiones: en 1925 por Victor Fleming, el director de El mago de Oz, y en 1965 en la que se considera la versión definitiva, con Richard Brooks a los mandos y Peter O’Toole como protagonista. Lord Jim es el arquetipo del cobarde que quiere redimirse a toda costa. Parece que Hiroshi Sakurazaka, el autor de la novela en la que se basa esta película, All you need is kill, debe conocer el texto conradiano, pero también la curiosa película de Harold Ramis Atrapado en el tiempo, en el que un displicente meteorólogo, interpretado por Bill Murray, se ve obligado a repetir, una y otra vez, el mismo día, el llamado Día de la Marmota, una institución de la América profunda que vaticina (mediante el animalito de marras) el tiempo que falta para que acabe el invierno.
Pues Al filo del mañana parece una mezcla, quizá no demasiado afortunada, de ambos temas. Por un lado tenemos a un hombre tachado de cobarde por no querer sumarse a una guerra mundial que está en un tris de acabar con la Humanidad, invadido el planeta por unos extraterrestres (los miméticos, de extraordinario diseño, una especie de pulpos de prodigiosa velocidad y notable capacidad letal) y fiado el futuro de la especie a la inexcusable victoria en una batalla que se columbra crucial. Pero nuestro hombre, militar de pacotilla, no tiene intención de sucumbir heroicamente, lo que le hace incurrir en degradación y humillación ante sus pares. Como era de prever, en la batalla es uno de los primeros en morir, si bien un extraño suceso en su muerte le hace entrar en un bucle por el cual cada vez que muere vuelve al comienzo del día y puede repetirlo todo, modificando lo que quiera según lo que en cada resurrección vaya aprendiendo. Conocerá a una mujer que ha sufrido un fenómeno parecido, y ambos se coaligan para intentar ganar la guerra, a ser posible salvando el propio pellejo.
Doug Liman, el director, no es precisamente Orson Welles ni John Ford. Entre sus créditos como director está la primera entrega de la saga del agente Bourne, El caso Bourne, quizá su obra más interesante (auque para mi gusto las entregas posteriores, ya sin su batuta, fueron mejores), pero también tonterías como Sr. y Sra. Smith o Jumper. Claro que Liman aquí no es sino un empleado de Tom Cruise, auténtica alma mater del filme y dueño del mismo; Cruise parece últimamente especialmente interesado en las historias de ciencia-ficción con abundantes dosis de acción y, en alguna medida, con mensaje: fue el caso de su anterior Oblivion y lo es de esta Al filo del mañana, si bien el filme precedente tenía más entidad, más peso que éste.
Porque aunque Liman sea un pulcro encargado del boss Cruise, lo que parece claro es que una película en la que una misma acción se repite “ad nauseam” a lo largo del metraje del filme, requiere de un cineasta dotado de una creatividad superior a la media, para darnos esa constante repetición sin que la acción se haga pesada y reiterativa, como finalmente termina sucediendo aquí.
Es cierto que hay esquejes argumentales interesantes, como la progresiva adhesión a la causa del protagonista, tan renuente inicialmente a cualquier tipo de acto de valor, tan egoísta realmente, quien sin embargo poco a poco va implicándose en lo que antes se le daba una higa, sin entender que el futuro de la Humanidad era también el suyo, y que si el ser humano dejaba de existir en la desigual lucha contra los alienígenas, él también se iría muy sandungueramente al carajo. Estamos entonces ante una apuesta por la solidaridad, algo no demasiado frecuente en un mundo como el nuestro, tan dado a apuestas individualistas, cuando no ombliguistas.
Pero la forma en este caso se come al fondo: las escenas de acción están realizadas con pericia, como corresponde a un cineasta, Liman, experto en el género, pero también es cierto que con demasiada frecuencia se notan los bytes, los efectos especiales hechos en ordenador. Eso sí, los alienígenas, como queda dicho, son de lo mejor, unos terribles monstruos de silicio dotados de una inusitada capacidad de matar hombrecitos (y mujercitas, sí…). Alguna vez habrá que escribir sobre los diseñadores de extraterrestres beligerantes, que han dado toda una amplia muestra de bestias letales; eso sí, casi todas parten del patrón establecido por H.R. Giger en Alien, el octavo pasajero.
Un extraño final en el que se pasan por el forro el Día de la Marmota, en una pirueta no precisamente memorable, no termina de redondear una película que deja a medias en casi todo: en sus referencias literarias y cinéfilas, pero, me temo, también incluso en la acción, tan deudora de los F/X cibernéticos que a ratos parece un puro videojuego.
Al filo del mañana -
by Enrique Colmena,
Jun 08, 2014
1 /
5 stars
Lord Jim en el Día de la Marmota
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