Las ideas no faltan en el cine, pero mucho nos tememos que lo que realmente se echa de menos es esa docena de directores maravillosos que había en el cine yanqui en la década de los años sesenta y setenta, que sean capaces de llevar a cabo y transformar en imágenes esos temas. Una vez más surge una idea positiva, no diríamos que nueva, ya que ejemplos similares a este se pueden encontrar hasta en la mitología, pero no se le saca todo el partido posible.
Se trata de un hombre del tiempo que hace su trabajo en la televisión. Se lo tiene creído, se considera una estrella y su carácter es el de un tipo egoísta y cínico que desprecia a todo el mundo. Un año más es enviado a una pequeña localidad donde cada 2 de febrero se celebra el Día de la Marmota, animal que anunciará el retraso o la puntual llegada de la primavera. Tras un reportaje corrosivo y hecho de mala gana se acuesta y al día siguiente se vuelve a repetir el 2 de febrero y así sucesivamente los siguientes días, viéndose atrapado en el tiempo. Esto hará que reflexione y que su carácter y estado de ánimo vaya cambiando, tras suicidarse de diversas maneras, indefectiblemente al día siguiente se repite el 2 de febrero. Aprende a comportarse e incluso se enamora de Rita, su productora, lo que le liberará de esta pesadilla.
El film se repite de forma tramposa, ocultándose cosas que nos va dando poco a poco en la siguiente repetición del famoso día y no se saca todo el partido posible a un hermético Bill Murray o a la dulce Andie MacDowell, con buena música de George Fenton.
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