Pelicula:

CRITICALIA CLÁSICOS


Disponible en Apple TV y Prime Video.


Para los que niegan la importancia de la figura del director en las películas y series, he aquí un ejemplo palmario de hasta qué punto es relevante quién esté al frente de un proyecto: en 1940 George Cukor hizo una filigrana inolvidable en su comedia romántica Historias de Filadelfia, sobre la obra teatral The Philadelphia story de Philip Barry. Tres lustros largos más tarde, esa misma obra, bajo la batuta de Charles Walters, se convirtió en esta Alta sociedad, que ciertamente, sin ser una mala película, no tiene, ni de lejos, la altura alada del film cukoriano. Y es la misma historia... Y los intérpretes, aquí, tampoco se puede decir que fueran pencos (Sinatra, Crosby, Grace Kelly...), aunque es evidente que palidecen ante los de la obra de Cukor (Cary Grant, Katharine Hepburn, James Stewart...). Lejos de los maximalismos excesivos a los que ha dado lugar la “teoría del autor” de André Bazin et alii, nos parece que ejemplos como este confirman que no es lo mismo tener a un director que a otro, no es lo mismo la finura, la exquisitez, la perfección de un Cukor, que la pulcra pero impersonal profesionalidad de un Charles Walters...


Alta sociedad cuenta, en esencia, el mismo argumento de Historias de Filadelfia; aquí el relato se narra desde la perspectiva de Louis Armstrong, el mítico trompetista y cantante de jazz de raza negra, narrador omnisciente que nos cuenta la trama: Tracy Lord se va a casar en segundas nupcias con George, tras haberse divorciado de su primer marido, Dexter, que sigue queriéndola e intenta boicotear sibilinamente la ceremonia. Al evento, de tiros largos, se presenta una pareja de periodistas del mundo del corazón, que también tendrá una notable influencia en el devenir de los hechos...


Lo cierto es que las comparaciones son odiosas, sobre todo si, como ocurre en este caso, las diferencias son tan evidentes: en Historias de Filadelfia todo era de primera clase, desde el talento cukoriano para dirigir, en especial a las actrices, como es legendario, a un ritmo narrativo perfecto, pasando por la gracia alada de los diálogos, etcétera. Aquí, sin embargo, tendremos un inicio bastante teatral, hasta con cuarta pared, en un tiempo en el que no cabía suponer que con ello estábamos ante una genialidad metalingüística, ni mucho menos. Pero es que, además, la película es fría, casi gélida, con dos protagonistas, Bing Crosby y Grace Kelly, sin química alguna entre ellos. Versión musical del clásico teatral de Philip Barry, lo cierto es que con frecuencia ese cambio de género (con respecto al de comedia pura del film de Cukor) se revela como poco afortunado, más que nada porque Crosby resulta tirando a insufrible con sus baladas. Los números musicales son generalmente plomizos, salvo el que se marcan Crosby y Sinatra, obviamente por el carisma que le imprime este último, de lo mejor del film. Con una estética acartonada, antigua, la película tampoco se puede decir que cuente con unos diálogos demasiado brillantes, resultando con frecuencia bastante insulsos… 


Como valores positivos, Alta sociedad busca la elegancia, el confort de lo conocido, en un país, Estados Unidos, que ya en el segundo lustro de los años cincuenta se veía venir el tremendo cambio social que trajeron elementos tales como el nuevo cine rebelde propiciado por el fenómeno James Dean, o la revolución musical que supondría la eclosión del mito Elvis Presley. 


Inofensiva, agradable pero sosa, como sus protagonistas, tiene Alta sociedad un evidente gusto por la opulencia, pero un gusto vacío, hueco, en un acartonado musical romántico, muy tradicional, muy burgués, mucho más conservador que la versión de Cukor, que era infinitamente más libre y abierta. En este sentido, no hay aquí lugar para la heterodoxia, como si la había en Historias de Filadelfia.


Magníficos, eso sí, los temas musicales de Cole Porter, y no digamos nada las apariciones de Louis Armstrong y su banda, con su impresionante ritmo, de lo mejor del film. Aparte de Crosby y Kelly (ésta en su última aparición en pantalla, antes de casarse con el príncipe Rainiero de Mónaco), en el apartado interpretativo, por supuesto, brilla Sinatra, uno de los más interesantes actores de la época, no por su ductilidad (que era evidente no poseía), sino por su fuerza interpretativa y su capacidad para interiorizar sus personajes; y, desde luego, la imprescindible Celeste Holm, una de las mejores actrices características del Hollywood clásico. 


En definitiva, estamos ante una elegante pero bastante impersonal y, en el peor de los sentidos, antigua versión cinematográfica de una obra teatral que en otras manos resultó magistral y aquí se queda en simplemente pasable, un film que argumentalmente se podría describir de un plumazo como la plasmación del famoso refrán español: cada oveja con su pareja...


(26-03-2023)


 


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111'

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Alta sociedad - by , May 14, 2023
2 / 5 stars
Cada oveja con su pareja