Pelicula:

Esta película se ha podido ver en la Sección Revoluciones Permanentes del 16º Festival de Cine Europeo de Sevilla (SEFF’2019).

Siempre seremos partidarios de (en cine y en cualesquiera otras disciplinas artísticas) experimentar: sin esa tarea, todavía estaríamos filmando a los obreros de la fábrica Lumière... Pero, claro está, el problema de los experimentos, de todo experimento, es que su resultado puede ser interesante, atractivo, distinto, peculiar... o bien ser un fiasco. Es el caso.

La acción se desarrolla en un pueblecito costero de Cornualles (lugar donde vive el director, por cierto; no se ha tenido que ir muy lejos para buscar localizaciones...), en Inglaterra. Allí viven dos hermanos, Martin y Neil Ward. Ambos se dedicaban a la pesca con su padre, pero ahora, una vez que el progenitor ha muerto y Neil ha dedicado el barco familiar a transportar turistas (con horteras despedidas de solteros incluidas), obligando a Martin a realizar pesca “de caleta” (es decir, echando las redes al mar desde la propia orilla), las relaciones entre ambos se han deteriorado. La casa familiar, además, ha sido vendida a foráneos, que la van a explotar como apartamentos turísticos, lo que envenena aún más a Martin...

Mark Jenkin es un director (y guionista, y montador, y director de fotografía, y productor, y... todo un hombre-orquesta) que viene realizando desde principios de siglo una filmografía de corte tirando a “underground”, conformada casi toda por cortometrajes, con algunos largos como este Bait. Su cine ciertamente apenas ha trascendido de su país, salvo sus incursiones en festivales de cine. Bait se rodó, como experimento, con una cámara de 16 mm de los años setenta, en lo que evidentemente es un alarde, un “tour de force”, un más difícil todavía. Revelada la película manualmente, nos olemos que se le ha añadido impostadamente las típicas rayas de los films que han sido proyectados multitud de veces, en lo que parece una alambicada técnica manierista, cuando no exhibicionista.

Queda la incertidumbre de si los modos “amateurs” de Jenkin son porque no sabe hacer cine, o bien también ese tono cuasi naïf que recorre toda la película está buscado, es premeditado. En cualquier caso, lo cierto es que este drama portuario, con sus turistas que han arrasado las centenarias formas de “modus vivendi” de la zona (algo muy extendido hogaño por todo el mundo), con una tragedia larvada que finalmente asomará la testa, no interesa casi nunca, una vez que nos hemos enterado del conflicto entre hermanos, de la también tormentosa relación entre Martin y los compradores de la vivienda familiar, el hijo de los cuales, firme aspirante al título de carajote mayor del reino, desencadenará la tragedia sin saberlo por su estupidez rampante.

Pero nada de lo que se nos cuenta (y lo mal que se nos cuenta) nos interesa, una vez que nos hemos acostumbrado al feísmo de la textura fotográfica en un blanco y negro por una vez horrible (siempre no va a ser “cool”...), a los personajes que se nos da una higa lo que les pase, a la narrativa sincopada y pedestre, a los cimbronazos de sonido cada vez que el director quiere subrayar algo, aunque sea una nadería. Quiere ser telúrico y resulta más bien patético; quiere ser etnológico y se queda en ridículo; aspira a ser estiloso y se queda en cine de aficionados.

A los intérpretes mejor no los mencionamos: les haremos ese favor, somos así de buenos...

(09-11-2019)


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89'

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Bait - by , Nov 09, 2019
1 / 5 stars
Experimento sin gaseosa