Esta película ha podido verse en la Sección EURIMAGES del Sevilla Festival de Cine Europeo 2010 (SEFF’10).
El cine sigue buscando historias en la Historia, sigue intentando explicar al ser humano a través de los hechos históricos, generalmente convulsos, que han acontecido al Hombre. El llamado avispero balcánico tiene una larga tradición de enfrentamientos que ha ido abonando los odios encontrados que explotaron en la antigua Yugoslavia tras la muerte de Tito, cuya dirigencia del país actuó como el mortero más eficaz para mantener unidos a pueblos que no sólo no deseaban estar juntos, sino que se odiaban cordialmente.
En ese avispero atroz se ambienta este filme, durante la Primera Guerra Mundial, cuando el Imperio Austro-Húngaro declara la guerra al Reino de Serbia. En ese contexto, el matrimonio compuesto por un serbio director de una escuela y su esposa, de origen esloveno (vale decir de extracción germana, justo los enemigos de los serbios en aquella guerra). El director, tras intentar, sin conseguirlo, dejar a su mujer al cuidado de algunos amigos y amigas (todos ellos renuentes por la nacionalidad de la esposa, de la que recelan), finalmente ha de dejarla en manos del conserje del colegio, un albanokosovar, que se compromete en un juramento de honor, llamado “besa”, a no tocar a la mujer y a cuidar de ella como de su propia vida.
El inicial desencuentro entre dos mundos opuestos (ella, una señorita refinada y de cabeza algo hueca; él, un hombre basto pero de una pieza, honesto a carta cabal) comenzará a cuartearse poco a poco, a medida que entre ambos empieza a surgir un lazo de amistad, que, finalmente, se torna más vidrioso. Es entonces cuando el filme de Srdjan Karanovic se muestra más sutil, en la hermosa escena de la cama, en la que ambos, sin tocarse, proceden a una curiosa prospección corporal, donde las manos se mantienen a escasos centímetros, las epidermis que no se palpan sino sólo se intuyen.
Filme que no llega a redondearse por un guión algo dilatado, con situaciones que no aportan nada a la historia y podrían haberse obviado para mejorar el ritmo interno, sin embargo es una película estimable que explora terrenos movedizos como los odios étnicos y la forma de enfrentarlos, desde el entendimiento antes que desde la confrontación.
Mención especial para Miki Manojlovic, el actor por excelencia de Emir Kusturica, para el que ha rodado varios filmes, desde Papá está en viaje de negocios hasta Gato negro, gato blanco, entre otras muchas; sin Manojlovic el personaje de Azem no tendría la consistencia, la bonhomía que el buen actor serbio consigue imprimirle, un papel bombón que el coprotagonista de de Irina Palm compone con maestría.
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