Pelicula: Esta película se pudo ver en la Sección Oficial del Sevilla Festival de Cine Europeo 2010 (SEFF’10).

Una de las más fascinantes figuras del mundo militar histórico es la del jenízaro: se trataba de niños entre siete y catorce años, normalmente de religión cristiana, a los que el poderoso ejército otomano reclutaba, mediante leva forzosa, para convertirlos en duros soldados al servicio directo del sultán de turno. Durante varios siglos fueron una fuerza militar temible, y sólo mentar su nombre inspiraba miedo en la población civil.

Esta Black Field presenta como uno de sus dos personajes centrales a un jenízaro, quien hacia la mitad del siglo XVII llega herido a un convento de monjas griegas. El hombre es atendido en el establecimiento monacal, pero su presencia despertará pasiones entre las monjas quizá no tan adormecidas. En una de ellas, en concreto, de carácter introvertido y que esconde un secreto a sus compañeras, suscitará una pasión irrefrenable, que le llevará a ayudar al soldado a escapar del monasterio.

Vardis Marinakis se estrena con este filme en la dirección de largometrajes. Procede del mundo de la publicidad y del cortometraje, y ambos orígenes se notan en su primer largo; de la publicidad arrastra cierto preciosismo academicista que no se compadece demasiado bien con el ámbito histórico y geográfico del filme; del campo del corto, lo más relevante es su falta de ritmo narrativo, quizá acostumbrado a metrajes mucho más breves.

El tema central del filme, realmente, no es tanto la figura del jenízaro ni las pasiones desatadas en el convento, como la relación entre el soldado y la monja que le ayuda a liberarle, cuyo secreto condicionará seriamente esa relación, finalmente romántica.

Pero lo cierto es que la trama no llega a interesar demasiado: quizá la temática del macho herido en un universo vestal está más que manido, y además aquí la única aportación nueva consiste en la confusión de género (por decirlo con ese palabro tan políticamente correcto como detestable por su institucionalismo acartonado) de uno de los “partenaires” de la pareja, que tampoco es que fuera una novedad, al menos en aquella época: es sabido que los jenízaros tenían a su servicio a efebos para aliviar sus necesidades sexuales.

La película no aporta nada nuevo, ni la dirección de Marinakis es precisamente una maravilla. Así las cosas, queda una correcta aunque impersonal factura, y poco más.

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104'

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Black Field - by , Nov 11, 2010
1 / 5 stars
Interior de un convento