Bodas de sangre, de Souheil Ben Barka, convierte, por ambientación, personajes y paisajes, el drama rural andaluz en marroquí. El director ha destacado de la dramaturgia lorquiana el carácter “orientalista” así como los aspectos centrados en la psicología de la mujer, la fatalidad y la inmutabilidad de las costumbres ancestrales. Cuando en su juventud leyó el teatro de Federico, enjuició al escritor español como un “tramposo” que se apoderaba de las tradiciones marroquíes. Luego, en 1975, pudo comprobar en algún pueblo montañés de su Marruecos natal que, durante una boda, la recién casada, joven campesina, se había fugado con un pastor de otro pueblo beréber; los dos amantes se mataron al día siguiente. El drama de Lorca estallaba aquí con toda su crudeza.
El comienzo del film se resuelve en un sueño angustiado, vivido y sentido por la madre, anunciando de este modo los determinantes que incidirán sobre los sucesos venideros. Las escenas de interiores se mantienen muy en la línea de “cuadros” teatrales, usando el realizador primeros planos y precisos movimientos de cámara para desenvolverse en el exiguo espacio de las casas marroquíes; los exteriores son lugares abiertos donde se ofrecen modos de vida, usos y costumbres propios; el folklore nativo contribuye a ejemplificar características de la fiesta popular y hacerse modélico en las secuencias de la boda. La voz en off contribuye a mantener el texto poético en su pureza del mismo modo que no faltan, en sus originales funciones, los personajes fantásticos, Muerte y Luna.
Las rivalidades tribales, la potencia viril, la fecundidad de la mujer, el sentido económico del matrimonio según lo entiende la familia tradicional, las leyes irracionales que conducen a la tragedia, son temas lorquianos de alcance universal que esta versión expone no exenta de precisos momentos antropológicos. La tradición orientalista aconseja no alterar los órdenes establecidos; en caso contrario, exige reparaciones y la venganza debe ser el mejor medio. Para estas sociedades donde la tradición es ley, la sangre no mancha, sino que lava.
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