Buñuel en el laberinto de las tortugas es película de animación dirigida por Salvador Simó. Presenta al cineasta Luis Buñuel tanto en su calidad de autor/director como de personaje e intérprete y lo sitúa en el “laberinto de las tortugas”, aludiendo a las casas de techo de pizarra características de la región cacereña de Las Hurdes, donde el cineasta aragonés fue a rodar, en 1933, su primera producción española, un documental denominado tanto con el topónimo extremeño, como, posteriormente, Tierra sin pan.
El film presenta al joven cineasta frustrado tras su experiencia surrealista en París y, por tanto, deseoso de orientarse por derroteros distintos. La amistad con su amigo Ramón Acín, artista, pedagogo, anarquista, le llevará a emprender la aventura extremeña y el conocimiento directo de la olvidada región cacereña. Un premiado billete de lotería, cuya suerte benefició a Ramón, permitió financiar el film, según promesa efectuada a Luis.
En la filmación participarán los dos aragoneses, acompañados por los extranjeros Pierre Unik, periodista y poeta, y Eli Lotar, fotógrafo rumano. Los distintos sucesos acaecidos durante el rodaje darán a conocer las principales personalidades y las diferentes conductas, siempre guiados por el carácter, tan impulsivo como enérgico, del cineasta de Calanda. Las relaciones con los hurdanos, la experiencia acumulada ante tanto misterio insondable sobre ese sector de la especie humana y su tipo de vida, deja huella en los cineastas y filma una realidad que tiene tanto de verdad como, por exigencias de Buñuel, de trampa cinematográfica. Las ensoñaciones del cineasta (más terroríficas que satisfactorias) servirán de contraste a las duras imágenes de tan depauperada región y sus desgraciados habitantes.
El cacereño Fermín Solís es el autor de una primera “novela gráfica” cuyo título fue “Buñuel en el laberinto de las tortugas”; dibujada en blanco y negro, vio la luz en 2009 aunque, posteriormente, ha sido reeditada en color. Este “cómic para adultos” recrea el rodaje de Las Hurdes al tiempo que la amistad entre Buñuel y Acín, quien sería el principal productor del documental; además, incluye determinados elementos fantásticos y escenas oníricas relacionadas con la personalidad buñueliana.
La gestación de Buñuel en el laberinto de las tortugas (2018), animación en 2 dimensiones con selectiva paleta de color, ha sido un proceso lento y laborioso cuyo paso principal se orientaba a la búsqueda de imprescindible financiación para adaptar la expresión de un cómic al lenguaje cinematográfico.
A José María Fernández de Vega, director de la empresa The Glow Animation, con sede en Almendralejo (Badajoz), se le ocurrió que el cómic de Fermín Solís daría muy bien para conformar, en guion y filmación, un cortometraje. Tras una serie de afortunadas circunstancias, acaso semejantes a la suerte lotera de Acín, encontró los suficientes apoyos técnicos y artísticos, de entidades oficiales y productoras privadas, que permitirían convertir el imaginado corto en real largometraje.
El equipo se amplió con la experiencia profesional y artística de personas como el productor Manuel Cristóbal (cuatro Goyas en su haber) con títulos de contrastada capacidad creativa, El lince perdido y, especialmente, Arrugas. Sus buenos oficios permitieron elevar la producción a 1,8 millones de euros, cifra que puede parecer ridícula comparada con las grandes producciones norteamericanas e, incluso, con algunos títulos españoles, pero que, en este caso, aumentó los parámetros técnicos y artísticos para hacer una película, digna e interesante, que ficcionaliza sobre unos hechos de nuestra historia cinematográfica donde no falta el humor, la fantasía, la amistad y, de vez en cuando, hasta efectivos toques surrealistas. Dos productoras europeas, Sygnatia y Submarine, han apoyado también el proyecto, mientras la empresa Wanda la distribuye en diferentes mercados extranjeros.
La dirección de arte se ha llevado a cabo bajo la supervisión de José Luis Ágreda; su contrastada experiencia le otorgaba autoridad para preparar el “estilo” general de la película, precisar la tipología de los distintos personajes (Buñuel, Acín, Lotar, Unik) tanto en acciones como en carácter, enriquecer y ampliar la historia básica referida al rodaje buñueliano sin menospreciar cuanta “información” venía ya dada en el cómic creado por Solís; en tal sentido, se ha ampliado el “blackground” de esos personajes principales mediante recursos técnicos propios tales como los flash-back o los sueños, recurriendo, por ejemplo, a la etapa infantil del niño Luis donde cabe tanto su peculiar intervención en la tamborrada de Calanda como el sufrimiento producido por el temor a su padre.
Dado que durante el proceso creador de la película aparecieron los descartes de Las Hurdes desechados por Buñuel, se creyó oportuno por parte del equipo dirigido por Ágreda, incluir algunos de ellos en la narrativa de la animación lo que supone un fuerte impacto para el espectador que, dejándose llevar plácidamente por el anecdotario de la narración, se encuentra, de bruces, con, por ejemplo, el gallo descabezado, el burro comido por las abejas, el propio Buñuel disparándole a la cabra que se desloma entre los riscos. Una coloración tan precisa como estudiada, unido a la expresiva línea del trazo dibujado, supone un fuerte contraste cuando aparece el blanco y negro de la original película primitiva con esas imágenes que, no por descartadas, imponen y sorprenden menos que las ya conocidas en la pieza de Buñuel.
El director de la película, Salvador Simó, se ha enfrentado a su primer largometraje, a su ópera prima, con un encargo de envergadura; es el autor del guion junto a Eligio Montero, ambos con experiencia en el arte de la animación y en la escritura de series para televisión, respectivamente. Simó ha llevado la batuta ante especialistas como Cristóbal y Ágreda, ha mantenido la confianza de los productores extranjeros en el complejo trabajo de la edición, ha atinado con el trabajo de Arturo Cardelús en una composición musical, de complejos matices y sonoridades diferentes.
Todavía más: la banda de sonido está enriquecida con las voces de los personajes; tan peculiares y expresivas las de Luis y Ramón, tan extranjeras, francesa nativa o impostada, las de Pierre y Eli, pero tan naturales y auténticas las de los extremeños y hurdanos.
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