CINE EN SALAS
Steven Soderbergh, lo tenemos comentado, es seguramente lo más parecido en la actualidad (en cuanto a lo ecléctico...) a los cineastas del cine clásico norteamericano, aunque, desde luego, por diferentes razones: el eclecticismo, la versatilidad en cuanto a géneros de directores como Hawks, Mann, Cukor, Minnelli... se debía mayormente a la política vigente del “studio system” (el “sistema de estudios”), estando bajo contrato normalmente de las grandes “majors” que le adjudicaban los proyectos que tocaran en cada momento, aunque es evidente que todos ellos, con un prestigio detrás, también tenían mucho que decir en cada caso. Lo de Soderbergh es distinto, porque ya no existe el sistema de estudios, debiéndose más bien a que al cineasta lo que le gusta es prácticamente cambiar de género en cada nueva película que afronta.
Para muestra, un botón: véanse los últimos títulos dirigidos por Steven; de más reciente a más antiguo, tendremos un film de terror con cámara subjetiva, Presence; una dramedia sobre “strippers”, El último baile de Magic Mike, que cierra la trilogía que ha producido o dirigido Soderbergh sobre el tema; Kimi, un thriller agorafóbico; Déjales hablar, una comedia clásica con Meryl Streep al frente; y The laundromat. Dinero sucio, de nuevo con Streep, pero ahora en clave de acre denuncia, con códigos de comedia negra, sobre los llamados “papeles de Panamá”, la red de defraudadores fiscales descubierta hace unos años. Así que no nos podemos sorprender porque Soderbergh haya rodado este thriller de espías, Black bag, al que en España, que no confían demasiado en nuestro inglés de instituto, le han antepuesto un “Confidencial” que lo que hace es desdibujar el título.
La acción se desarrolla en nuestros días, en el Reino Unido. Conocemos a la pareja de espías (se supone que para el MI5 o MI6, los servicios secretos británicos que operan dentro del Reino Unido o fuera, respectivamente) compuesta por George y Kathryn, ambos maduros, ambos casados entre sí. Conoceremos también a otros colegas/amigos (táchese lo que no proceda...), Freddie, Clarissa, James y Zoe. En una reunión de esos amigos en casa del matrimonio protagonista afloran las tensiones entre las otras dos parejas, hasta llegar incluso al maltrato físico en una de ellas. Pronto, sin embargo, vemos que el tema es cómo alguien está tendiendo una trampa a los esposos para enfrentarlos, en una alambicada estrategia que les debe conducir a un golpe de mano que podría acabar con la guerra de Ucrania...
El guion del veterano David Koepp (con libretos fílmicos en su haber como los de Parque Jurásico, Mission: Imposible y La habitación del pánico, y la anterior peli de Soderbergh, Presence) supone ya un alto porcentaje del buen resultado de la película, un guion que, en contra de lo que suele suceder con el cine de espías, se sigue bastante bien, no es embarullado sino que lo que vemos y lo que se nos cuenta (sobre todo con imágenes, sin tener que recurrir demasiado a las explicaciones verbales, siempre un punto superfluas y poco cinematográficas) nos hace estar al cabo de la calle de la trama, tanto de la trampa que tienden a los protas como de la forma en la que estos intentarán zafarse de ella y revertir el designio inicialmente fijado por los que los emboscaron.
Así las cosas, la película se sigue con interés, conociendo el espectador prácticamente al mismo tiempo que los protas la tela de araña que se está tejiendo sobre ellos, y también la inteligente manera en la que estos buscarán escapar de la celada, en una intriga con buenos diálogos, con réplicas y dúplicas ingeniosas, siempre con un punto cínico, una intriga adulta en la que las relaciones sexuales al margen de las parejas establecidas funcionarán también como detonante adicional de la trama, pero, sobre todo, presentando una relación entre los protagonistas, a la vez cónyuges y espías, en la que esas dos circunstancias (su cualidad de esposos y de agentes secretos) influirán, y de qué manera (la prelación ya la verá el espectador, para no “espoilear”), en la forma de resolver el rompecabezas que se plantea.
Hay en el cine cierta tradición de parejas de asesinos, o asimilados, que pueden verse enfrentados (o no...) entre sí, como en El honor de los Prizzi y Sr. y Sra. Smith. La pareja de Black bag se inscribe también en esa tradición, en este caso centrándose en el solemne dilema “patria o amor”, aunque, si la parte de la “patria” no resulta tal, sino una celada de filibusteros vestidos con carísimos trajes de Armani o Versace, ¿dónde está realmente el dilema?
“Black bag”, literalmente en español “bolsa negra”, es la expresión en clave que se dicen los espías emparejados cuando tienen que acudir a una misión secreta que ni siquiera sus parejas (que son también del gremio) deben conocer. Aquí resulta una afortunada metáfora (estropeada, como hemos dicho, por el sinsorgo título español) de esa relación de secretos sobre la que se cimenta no solo la relación profesional sino también la personal, aunque en esta última, cuando llega el momento, la pareja protagonista sepa sin ambages cuál ha de ser su proceder, quién su enemigo.
Una brillante intriga de espionaje de altos vuelos, entonces, cimentada en un muy sólido trabajo de sus protagonistas, Michael Fassbender y Cate Blanchett, con mucha química entre ellos, una pareja llena de secretos pero, ¡ay!, en estos descreídos tiempos, también de amor...
(25-04-2025)
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