Pelicula:

Sergio Leone, con cinco películas, revolucionó el cine del Oeste: Por un puñado de dólares mostró otra forma de hacer el wéstern, en Europa, manteniendo en parte las constantes del género norteamericano por excelencia, pero añadiendo una peculiar truculencia, una llamativa puesta en escena, unos paisajes mediterráneos (almerienses, concretamente) que pasaban razonablemente por ser Arizona o Nueva México, y una trama generalmente rocambolesca. La película tuvo un éxito comercial impresionante, sobre todo en España, donde durante varios años se mantuvo como la cinta de producción o –como era el caso— coproducción española más taquillera de todos los tiempos, pero también en Italia, el país coproductor. La siguiente peli de Leone, La muerte tenía un precio, perfeccionó el estilo, notándose ya una apreciable mejoría en las toscas maneras de la primera entrega de la que, con el tiempo, se llegaría a llamar por los historiadores La Trilogía del Dólar. Con esta El bueno, el feo y el malo, Leone consolidaría plenamente la marca “eurowéstern”, en un film manierista, estiloso, en el que la música y la composición del cuadro tenían una especial relevancia. Hasta que llegó su hora, su cuarta peli del Oeste, confirmó con creces que Leone había llegado al culmen de su arte, lo que evidenciaría con su posterior Agáchate, maldito, claramente inferior aunque tuviera una ambiciosa aspiración ideológica.

Así las cosas, El bueno, el feo y el malo se puede considerar, además de como cierre de la mentada Trilogía, como el punto intermedio en el cine de Leone, el que ya no tenía los errores ortográficos de su primera peli, pero tampoco había llegado al exagerado grado de manierismo de la mentada Agáchate…

La película se ambienta durante la Guerra de Secesión americana entre los estados del Norte (comúnmente denominados yanquis) y los del Sur (llamados sudistas o confederados), hacia mediados del siglo XIX. En ese contexto conoceremos a tres tipos duros: el “bueno” del título es conocido como Rubio, por el color de su pelo; es un supuesto buscador de recompensas que, sin embargo, utiliza esa tarea como tapadera de un negocio aún más lucrativo, compinchándose con los fugitivos de la justicia a los que atrapa y luego libera en el último momento, con lo que el precio a pagar por su cabeza sube y vuelta a empezar… Uno de esos fugitivos, Tuco, de origen mexicano, es el “feo” del título, un tipo codicioso con muy malas entrañas, siempre a la búsqueda de dinero fácil, un individuo absolutamente carente de escrúpulos. El llamado “malo” en el título es conocido por el apodo “Ojos de ángel”, y, como los otros dos, anda detrás de un tesoro del que solo sabe que está en un cementerio, pero cuya tumba desconoce… Los tres buscarán la forma de apoderarse de ese tesoro y, de esa manera, resolverse la vida definitivamente… Los tres, además, tienen como nexo común una puntería prodigiosa, así que la combinación entre esa cualidad y su deseo irrefrenable por hacerse con el oro del botín será una mezcla explosiva…

Rodada en buena parte en Almería, pero también en otras localizaciones españolas, incluso en tierras castellanas, y los interiores en Italia, El bueno, el feo y el malo se convierte en el paradigma del “eurowéstern”, en buena medida por la intrigante música de Ennio Morricone, que forma parte por supuesto de la Historia de la banda sonora, con una hábil utilización del “score” como elemento dramático y narrativo, con un espléndido uso de instrumentos de viento y cuerda, además de la voz humana, que confieren al film una muy marcada personalidad. Esa música arropa a los ya de por sí magníficos créditos, en los que predomina, como una premonición, el rojo sangre.  

Ya la primera secuencia, muy parca en palabras (de hecho no se dice ni una en varios minutos) ya fija el tono del film, en el que la imagen preponderará sobre los diálogos, siendo estos casi todos puestos en la boca de Tuco, un charlatán redomado, mientras que Rubio y Ojos de ángel hablan antes con la mirada (y con las pistolas…) que con la boca.

Bien narrada, sin baches apreciables, estamos ante un wéstern flamígero, lógica evolución de los dos films anteriores del director, una película manierista en las formas, que no rehúye la ampulosidad argumental y un evidente recargamiento formal. Es cierto que Leone recurre quizá con más frecuencia de la deseable al “efecto Séptimo de Caballería”, también conocido como “deus ex machina”, un personaje principal salvado por la campana en el último momento, pero estamos ante un film que, evidentemente, no se rige por normas realistas: lo suyo es más bien una estilización en clave cuasi fantástica, una obra mayor sobre la codicia del ser humano, con tres protagonistas que son, a su vez, tres arquetipos muy definidos.

Habrá lugar para una crítica acerba hacia la guerra y sus miserias, hacia los que ordenan, desde sus seguros despachos en los cuarteles generales, misiones imposibles o sencillamente estúpidas, condenando vanamente a muerte a cientos, miles de hombres con decisiones equivocadas. Se nota que aquí Leone contó con medios económicos más que desahogados, pues las secuencias de las batallas entre yanquis y confederados están rodadas con grandes escenas de masas, con numerosa figuración y dando trabajo a espuertas al equipo de efectos especiales, con cañonazos y explosiones en generosas dosis, un auténtico pandemonio como probablemente resulta ser cualquier batalla    

Pero en su línea argumental central estamos ante una búsqueda del tesoro clásica, una búsqueda en la que hay un mapa, aunque sea un mapa transmitido de forma oral, y que se podría decir que está dividido en dos pedazos virtuales, al conocer sus señas dos personas distintas, que por supuesto no sea fían la una de la otra.

Una escena final que remite al wéstern más clásico, solo que estilizado y a tres bandas, con un duelo entre los tres personajes del título, culmina un film ciertamente notable; una escena que sigue resultando admirable, cuidadosamente planificada, con un rápido montaje y una utilización de primerísimos planos de los rostros y de las manos rondando nerviosas los Colts, en una estudiada coreografía que busca, y consigue, una vibrante tensión “in crescendo” pespunteada por la inolvidable música de Morricone.


Buen trabajo actoral, en especial el de Eli Wallach, cuyo papel, precisamente por ser opuesto al de Eastwood y Van Cleef, que tienen tan pocos diálogos, se hacía más difícil, pero que el gran Eli saca adelante sin problemas, consiguiendo que el espectador no conciba a ningún otro actor que pudiera hacer como él ese “feo” del título.


(03-01-2022)


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182'

Año de producción

El bueno, el feo y el malo - by , Jan 03, 2022
3 / 5 stars
Wéstern flamígero