Ciertamente los caminos del cinematógrafo, como los del Señor, son inescrutables… He aquí un filme hispano-brasileño en el que los primeros ponen la mayor parte de la pasta (más Fele Martínez y Paca Gabaldón) y los segundos ponen a Pasta (Murilo, el director), los paisajes, y la mayor parte del elenco artístico. Esta especie de fantasía en clave de aventura parece una mezcla de “Thelma y Louise” con pareja mixta, entreverada de “Mi pie izquierdo” y con algún apunte de “La ley de la frontera” (por aquello que nunca se sabe en que país estamos, si en Brasil, Bolivia, Argentina o Paraguay), rodada con “ex cursos” que parecen querer rememorar las viejas imágenes del Cinema Novo Brasileiro, pero sólo en la superficie; finalmente resulta ser una empanada mental de mucho cuidado, donde invocar el nombre de Glauber Rocha suena a herejía, una majadería rodada en portuñol, esa mezcla entre español y portugués que se habla en las fronteras de Brasil con sus vecinos hispanohablantes, y que ciertamente ni aporta nada ni se comprende qué vieron los productores españoles para dar pasta a Pasta para esta plasta (sorry, no pude evitarlo…).
Y lo gracioso del caso es que el director, el tal Murilo Pasta este que tanto juego nos está dando con los trabalenguas y cuasi calambures, resulta que es un cineasta previamente fogueado en productos televisivos grabados nada menos que para la BBC: hijo mío, qué poco aprovechaste tan buena escuela, o qué pronto se te olvidó lo que allí aprendiste... Porque Murilo sólo demuestra sentido de la desfachatez con esta supuesta “road movie” con parapléjico español que, como lo más normal del mundo, se gana la vida haciendo contrabando en las fronteras de Brasil, a la que se añade una joven harta de vivir en el culo del mundo, más dos bandidos que los asaltan y mantienen un juego como de ratón y gato a lo largo de buena parte del filme; para aderezarlo, se añaden las relaciones primero tormentosas, después románticas, entre la improbable pareja, todo ello rodado con mucha cámara al hombro y mucho movimiento como de baile de San Vito, para que nos enteremos, por si no lo sabíamos ya, que el tal Pasta conoce la vaina de Dogma 95, aquel invento del listo de Lars Von Trier del que algunos despistados aún creen que tuvo alguna razón de ser.
En esta marcianada naufraga todo el mundo, desde su protagonista, un Fele Martínez que desde la almodovariana “La mala educación”, en 2004, no tiene un título de primer nivel, a la neófita Mariana Loureiro, que está histérica y sobreactuada, pasando por la veterana Paca Gabaldón, cuyo papel nunca nos terminamos realmente de enterar de qué va, aunque el rótulo que finalmente la identifica, “la jefa de todo esto”, parece un guiño a la concurrencia cinéfila (ya saben, por aquello del filme del astuto Von Trier, “El jefe de todo esto”).
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