Pelicula:

El éxito en 1956 de La vuelta al mundo en 80 días, costeada versión al cine de la novela homónima de Julio Verne, con dirección de Michael Anderson, un elenco de lo más apañado (David Niven, Cantinflas, John Gielgud, Shirley MacLaine, Frank Sinatra, Charles Boyer, Marlene Dietrich...), y que multiplicó por siete su presupuesto, dio alas al cine norteamericano para hacer una serie de adaptaciones de la obra verniana durante los siguientes años, intentando reeditar ese mismo campanazo, con títulos como De la Tierra a la Luna (1958), de Byron Haskin, Viaje al centro de la Tierra (1959), de Henry Levin, El amo del mundo (1961), de William Witney, y también esta Cinco semanas en globo. El esquema en todas ellas era similar, historias de aventuras en un agradable tono menor, como de serie B, procurando reunir un grupo de actores más o menos conocidos y, a ser posible, que hubieran estado ya en la mentada película tomada como referencia, La vuelta al mundo..., como en este caso sucedía con Cedric Hardwicke y Peter Lorre, que también trabajaron en Cinco semanas en globo.

El neoyorquino Irwin Allen (1916-1991) fue esencialmente productor, pero también se desempeñó, y con éxito, en las facetas de guionista y director. En esta última disciplina rodó 16 títulos, y a él se le deben algunas estupendas series televisivas de los años sesenta, como Viaje al fondo del mar y El túnel del tiempo; en cine no estuvo tan fino, siendo sus títulos más conocidos Más allá del Poseidón (desvaída secuela de la magnífica La aventura del Poseidón, que él produjo pero dirigió Ronald Neame) y esta Cinco semanas en globo.

Con unos créditos iniciales a base de bonitos dibujos alusivos al tema, la película sigue fielmente la trama escrita por Verne para su novela Cinq semaines en ballon: estamos en 1862; vemos un globo entre montañas a punto de estrellarse... dos de los pasajeros están angustiados, pero Fergusson, científico británico, inventor del aerostato, parece controlar la situación; el piloto del globo, el joven Jacques, explica a los acobardados viajeros cómo funciona el globo, totalmente autónomo gracias a que su propulsión se hace mediante vapor de agua... Tras la demostración, ya al terminar el viaje, Fergusson pide al militar sir Henry Vinning, uno sus pasajeros, dirigente de la poderosa Royal Geographic Society, que le financie un viaje a África, a lo que éste se niega, tras haberlo pasado tan mal. El dueño de periódico USA, sin embargo, se ofrece a financiar el viaje, siempre que lleve con él a su reportero estrella, Donald O’Shay. Pero poco después Fergusson es convocado por el premier británico, quien le pide que varíe su ruta y vaya de Zanzíbar hasta el Alto Volta, entonces una especie de “tierra de nadie” (de nadie de Europa, se entiende...), donde una columna de traficantes de esclavos quiere poner su bandera, con lo que tomará bajo su mando una extensa zona africana donde podrá comerciar libremente con su abyecto tráfico. La idea es que la expedición de Fergusson llegue primero y coloque la bandera del Reino Unido, para impedirlo. Ello supone recorrer 4.000 millas por el continente africano, atravesándolo de este a la oeste, a lo largo de inexplorados territorios selváticos o desérticos...

La película es, ciertamente, una aventura simpática, muy de la época, con un agradable tono de serie B, también un cine muy simplistamente maniqueo, que era el que se hacía en aquel tiempo dentro del género de aventuras, donde los buenos y los malos estaban muy claramente delimitados, sin posibilidad de que unos u otros se comportaran de forma distinta a como eran presentados; de hecho, cada vez que aparecen los malos, aparte de ser todos malencarados y feos como Picio, están anunciados con la correspondiente música ominosa, para que el público no tenga duda alguna sobre su malevolencia (aunque sea un poco de pacotilla...).

Además de pertenecer al género de aventuras exóticas (en modo naif...), la película tiene también una evidente clave cómica, con un amable humor irónico, muy británico, especialmente en lo que respecto al personaje del militar, sir Henry, tan estirado como, en el fondo, chistoso, un tipo petulante pero en el fondo dotado de involuntaria gracia... Y es que el buen perfilado de los personajes es un acierto del film: además del militar, tan redicho y pomposo, el más llamativo quizá sea el del periodista yanqui O’Shay, un tipo dicharachero, un “fashion victim” mujeriego, miedoso, renuente al compromiso, que resulta también una máquina de meter la pata y de atraer desastres, pero cuyo heroico comportamiento final (aunque fuera un poco a la fuerza...) le redimirá ante los ojos de la bella y del resto de la expedición. El personaje de Fergusson es el típico científico verniano, un inventor visionario y genial, pero igualmente, y sobre todo, un responsable hombre de ciencia y honor... Jacques, el joven piloto, con su elvisiano tupé enhiesto, parece que se va a arrancar a cantar (de hecho, lo hace –que para eso lo interpreta un cantante, Fabian, muy popular en la época-, entonando el tema principal del film). Y Peter Lorre, como improbable árabe, apecha con un personaje más bien cómico, un traficante de esclavos acostumbrado a no doblarla, al que ponen a trabajar a pesar de sus refunfuños. Las dos chicas, la africana y la norteamericana, quizá sean las menos cinceladas, tal vez porque en el cine de aventuras de la época su papel era poco más que lucir palmito y dar los correspondientes gritos cuando tocaba (que tocaba mucho...). El elenco de personajes se completa con un divertido chimpancé, que hace las monerías que se espera de un animal que en aquellos tiempos (recordemos la famosa Chita de Tarzán...) era inevitable en las pelis de aventuras en la selva africana.

Con algunos bonitos paisajes africanos, como las cataratas Victoria, la mayor parte del film está rodado en los estudios de la 20th Century Fox en Los Ángeles. Los efectos especiales son ingenuos pero razonablemente efectivos, con (entre otros medios de los F/X analógicos de la época) un apreciable juego de transparencias para hacer creer que el globo vuela realmente, además del más prosaico recurso a una grúa, y con apañadas maquetas que, como en la escena final en el río cruzado por un puente de cuerdas, da el pego si no se es demasiado exigente.

Todo ello en una carrera contra el reloj por llegar a la “tierra de nadie” (que realmente lo era de los que la habitaban desde tiempo inmemorial, solo que eran indígenas de raza negra...), en teoría para evitar la expansión esclavista pero, probablemente, con la intención más que plausible (el fenómeno del colonialismo fue el que fue, escasamente altruista hacia los aborígenes y muy codicioso para las élites de las metrópolis...) de anexionar esa supuesta “tierra de nadie” a la corona británica. Todo lo cual no obsta para que, evidentemente, y al menos de manera aparente, exista un mensaje claramente antiesclavista, aunque sea en clave de aventura y comedia

Correcto trabajo actoral, especialmente por parte de Red Buttons, el reportero yanqui, convertido un poco a su pesar en prota del film, haciendo que su personaje sea a la vez patético (casi siempre) y heroico (casi nunca...). Lorre se desempeña bien como cómico refunfuñador, y las chicas tienen poco papel; a Barbara Eden, la norteamericana, la recordamos posteriormente por su gran éxito televisivo sesentero Mi bella genio.

(21-03-2025)


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101'

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Cinco semanas en globo - by , Mar 21, 2025
2 / 5 stars
Agradable aventura verniana de corte naif