Pelicula:

Esta película forma parte de la Sección Oficial del 46 Festival de Cine Iberoamericano de Huelva.

Sudaca Films es una empresa productora audiovisual sudamericana formada a finales del siglo XX por una serie de cineastas de la región, entre ellos Mariana Rondón. Bajo los auspicios de esta productora, Rondón ha dirigido varias películas, entre ellas Postales desde Leningrado (2007) y Pelo Malo (2013), que conseguiría la Concha de Oro en San Sebastián y obtendría con ello predicamento internacional. Ahora vuelve Sudaca Films y Mariana Rondón, aunque en este caso la venezolana solo produce y coguioniza, encargándose de la dirección la peruana Marité Ugas, intercambiando los papeles que ambas ejercieron en la mentada Postales...

Pero parece que Ugas no tiene el mismo talento que Rondón, o al menos eso da la impresión a la vista de esta Contactado. La acción se desarrolla en la costa de Perú; aunque no se cita en ningún momento el lugar concreto, debe ser la zona de Chilca, donde hay toda una industria turística dedicada a rentabilizar los rumores de que, supuestamente, en la zona hay avistamientos de ovnis continuos, debido, según parece, a tratarse de una región de gran energía telúrica por estar en una falla tectónica (la llamada Fosa Perú-Chile) de notable movimiento sísmico. En ese contexto, conocemos a Aldo, quizá cincuentón surfista que vive en un edificio tan grande como antiguo, donde alquila apartamentos a personas a las que le cuesta trabajo cobrar. La casa es de su madre, que vive en una residencia de ancianos, y con la que tiene una relación amor/odio. Un día Aldo hace contacto visual en el mercado con un chico, llamado Gabriel, que le sigue; finalmente este le dice que ha visto sus vídeos en internet, que sabe que él es Aldemar, el gurú que años atrás galvanizó a mucha gente abriéndoles las mentes sobre la supuesta existencia de los extraterrestres y sobre la energía que emerge en las costas de la zona, en la que sería posible pasar de una dimensión a otra. Aldo se resiste, pero Gabriel, que es más pesado que un tanque en la solapa, puede ser muy, muy insistente...

El problema de Contactado es que tiene prácticamente una situación única (Gabriel queriendo que Aldo vuelva a ser Aldemar) que se mantiene durante casi 80 minutos, tiempo en el que la directora nos presenta fatigosamente a ambos personajes, con el joven queriendo que el viejo reconozca que es quien fue, y después que vuelva a ser lo que fue, una vez, y otra, y otra... reiterativa, repetitiva, redundante... llega el momento en el que estamos deseando que por fin llegue un buen terremoto y se acabe tanta pesadez.

Y lo cierto es que, formalmente, la película no tiene mala pinta: narrada clásicamente, la cinta de Ugas (que hace con este su tercer largo de ficción) está contada con cierta amenidad y con corrección caligráfica, aunque el tema, tan obsesivo, termina cansando. Es verdad que en los últimos diez minutos se produce un giro de guion que le confiere un tono sutilmente distinto a la historia, mejorando ese desenlace el penoso y patético nudo que nos ha tenido bostezando más de una hora. Pero diez minutos no pueden arreglar, claro está, una película, y ahí está el grave error de Ugas, y de Rondón como coguionista y coproductora.

Por supuesto, se agradece la denuncia de ese tipo de sectas y gurús que se aprovechan de la candidez del personal menos formado y con más tendencia a creerse que los burros vuelan. Se agradece que se hable de tanta mamarrachada seudorreligiosa o supersticiosa, de tanto “listo” como, sobre todo en las tierras latinoamericanas, hacen de la ingenuidad de la gente de a pie una forma de vida; de vidorra, para ser exactos. Se agradece que se denuncie, aunque un tanto “sotto voce”, a los charlatanes que, dotados de un carisma, un don de palabra y un poder de convicción que podrían usar en asuntos más filantrópicos, se dedican a embaucar pobres diablos que creen en su palabra a pies juntillas, creen que realmente seguir al embustero de turno les deparará la felicidad de la que carecen: económica, social, afectiva.

Pero esos agradecimientos no bastan: una película es algo más que buenas intenciones, que buenos propósitos: hay que modularlos adecuadamente, y el guion de Rondón y Ugas no lo hace. Tampoco ayuda el hecho de que el personaje central, el tal Aldo, parezca tener, en el tiempo en el que se enmarca la película, el mismo carisma que una almeja: ninguno; de hecho, sus alquilados se cachondean de él como quieren, su madre se burla constantemente, él es también, en el fondo, un pelanas; que un tipo así, tiempo atrás, hubiera sido capaz de electrizar a una comunidad de memos colinda (esto sí...) con el milagro.

Consigue el film, algunas veces, un cierto tono como telúrico, primordial, deslizando subrepticiamente la idea de que, quizá, tras tanta ganga falaz, es posible que haya algo de verdad, aunque sea figuradamente. Los inopinados cambios de criterio en los personajes (como esa antigua novia de Aldo que aparece casi al final, y que no tendrá más función que la de rellenar metraje con más de lo mismo, que pasa de la devoción absoluta al más furioso rencor en una fracción de segundo) tampoco ayudan precisamente a conseguir una obra aceptable.

No deja de ser curioso que lo más interesante del film, al margen de la fatigosa trama, sean escenas documentales en las que se pregunta a la gente del lugar sobre los fenómenos paranormales de la zona, los platillos volantes, la energía extraordinaria que supuestamente dimana de la tierra, con cosas tan peculiares como la proliferación de mellizos y gemelos. Pero aparte de eso la trama de ficción daba como para un corto, o como mucho un mediometraje; pero, ¡ay, los formatos estándar de exhibición, qué daño hacen!

(20-11-2020)


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93'

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Contactado - by , Nov 20, 2020
1 / 5 stars
Más pesado que un tanque en la solapa