Hay una especie, divulgada por intelectualoides del tres al cuarto que pasan por popes de la cultura, de que la literatura de Stephen King no alcanza la categoría de boñiga de vaca; está claro que no han leído novelas como "Cementerio de animales", "Misery" o "It (Eso)", o relatos cortos como "El perro de la Polaroid" o "El cuerpo". Es cierto que King está perdiendo fuelle en los últimos años (de hecho, ya ha anunciado su retirada), pero todavía es capaz de contar historias hermosas como la que abre su volumen "Corazones en la Atlántida", y que Scott Hicks, con la inestimable complicidad del guionista William Goldman, uno de los grandes de Hollywood, ha llevado a la pantalla en este notable filme.
Cada día está más claro que el King más cinematográfico es, curiosamente, aquél que se aparta en buena medida de la literatura de terror; recuérdense "Cadena perpetua" o "La milla verde", prodigios de contención, aplomo y verdad. Con este "Corazones en Atlántida" (¿por qué el distribuidor español se ha "comido" el artículo femenino? Misterios de los "copyright", supongo...), el realizador Scott Hicks, que ya se hizo notar agradablemente con "Shine", por la que Geoffrey Rush consiguió su Oscar, se vuelca en la relación entre un viejo al final de su vida, interpretado por un Hopkins inconmensurable, seguramente el mejor actor vivo actual, y un chico de apenas 11 años, que encuentra en el anciano un punto de referencia en su gris existencia, un faro que le guía hacia los territorios movedizos de la edad adulta, con herramientas tales como el sentido común, la bondad, la lectura de grandes libros.
Bellamente lírica, esta relación estará pespunteada por la amarga existencia de la madre, que no conecta con su hijo; con los amigos del pequeño y su grupito de crueles enemigos, con ese terror innominado y un tanto difuso de los "hampones de chaquetas amarillas" (aquí omiten ese detalle, quizá para quitar hierro a la parte de la historia puramente de horror), conformando todo ello un delicado relato sobre la pérdida de la inocencia, de la infancia, de ese territorio dorado y utópico al que los adultos, melancólicamente, siempre deseamos volver.
Corazones en Atlántida -
by Enrique Colmena,
Feb 14, 2002
3 /
5 stars
Reivindicación de Stephen King
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