Estreno en Filmin.
Mounia Akl (Beirut, 1989) es una guionista, directora, actriz, productora y montadora libanesa, graduada en Arquitectura en la Académie Libanaise des Beaux Arts, y con un master en Dirección en la neoyorquina Universidad de Columbia. Vive y trabaja a caballo entre Estados Unidos y su tierra, Líbano, aunque la mayor parte de su obra hasta ahora se ha centrado en el lacerado país de los cedros. Además de varios cortos premiados en distintos festivales, ha sido creadora de la serie Beirut, I love you, y ha dirigido en comandita un largometraje, Lebanon factory (2017); realiza también trabajos industriales sobre moda y arquitectura. Costa Brava, Líbano es su primer largo en solitario.
La acción se desarrolla en nuestros días, a las afueras de Beirut. Souraya y Walid son una pareja que hace varios años se ha mudado a la casa de la familia paterna, un lugar en el campo donde crecen sus dos hijas, una niña de corta edad y una adolescente, además de la madre de Walid. De repente, en los terrenos colindantes comienzan a hacer obras: el gobierno, acuciado por una impopular crisis sobre las basuras, ha decidido instalar una planta de reciclaje en los terrenos propiedad de la familia de Walid, a la que han pagado un justiprecio (seguramente no muy justo…) por la expropiación. Walid, ardiente defensor de la vida en el campo (y de las causas perdidas…), decide encastillarse y no ceder ante aquella aparatosa invasión. A partir de ahí, la vida de la familia será un infierno…
Líbano pasó de ser considerada la Suiza de Oriente Próximo en los años sesenta a lo que es desde hace décadas, un estado fallido en el que la corrupción, los gobiernos venales y la sociedad arruinada económica y socialmente, entre otras lacras, es incapaz de poner en pie un país en descomposición. Huyendo de ese horror, la familia de Walid y Souraya viven plácidamente a las afueras de Beirut, a la que el padre demoniza ante su hija menor para que ésta no tenga la menor intención de volver a la ciudad. Cuando ese Edén sobre la Tierra (no muy lejano, es cierto, a donde se supuso estuvo el Paraíso, real o idealmente, entre el Tigris y el Eúfrates) se venga abajo por la llegada de los intrusos gubernamentales, también la paz familiar saltará por los aires, con las posturas contrapuestas entre el padre y la madre, el primero idealista y partidario de resistir a todo trance, la segunda pragmática, sabedora que la mano de hierro del poder no cejará hasta conseguir su objetivo de echarlos de su hogar.
Film muy duro, seguramente con toda razón, con la arbitrariedad, el electoralismo, el cortoplacismo de los políticos, sean libaneses o de donde sean, Costa Brava, Líbano recuerda de algún modo aquel film de Peter Weir, La Costa de los Mosquitos (1986), basado en una novela de Paul Theroux, con Harrison Ford, Helen Mirren y River Phoenix, donde fundamentalmente el padre da en viajar a un país exótico en el que criar a sus hijos en un ambiente en pleno contacto con la naturaleza. Aquí el planteamiento es parecido, aunque en vez de en la Amazonía, que pilla más lejos, la familia se conforma con las afueras de Beirut.
El film es interesante, aunque es cierto que a ratos resulta un tanto disperso, con las varias líneas argumentales creadas con cada uno de los componentes de la unidad familiar (abuela incluida), lo que da lugar a cierta sensación caótica que nos tememos no está buscada por la directora y guionista. Pero el conjunto, en general, funciona, en una película sobre el conflicto, el choque entre los elevados ideales y, como se dice en el argot futbolístico, bajar el balón al suelo, hacerse cargo de que a veces, con frecuencia demasiadas veces, los sueños terminan por convertirse en pesadillas si se persiste en aquella consigna del castellano antiguo del “mantenella y no enmendalla”.
Film entonces sobre la frustración de los sueños, aplicado en este caso a la posibilidad de otra vida, de otra forma de existencia más humana, más natural, la película termina de forma abierta, dejando Mounia Akl que el espectador decida qué final cree que tendrá este drama que casi termina en tragedia (sí, casi griega, que también pilla cerca).
Eso sí, teniendo en cuenta las bolsas de basura que se amontonan al lado e incluso en los terrenos de la vivienda de los protagonistas, aquí más que en “la costa de los mosquitos”, estamos en “la costa de las moscas”…
Anotación a pie de página: La “Costa Brava” del título es el irónico nombre con el que es denominada por el gobierno la planta de reciclaje, intentando con ello hacer creer en las bondades de lo que, al final, no es sino un puro (uy, casi se me escapa una “t” en lugar de la “r”…) vertedero.
Buen trabajo actoral en general, en especial el de los adultos; nos gusta sobre todo Nadine Labaki, una de las grandes actrices del mundo árabe, pero también magnífica directora, como demostró en su espléndida, lacerante Cafarnaúm (2018).
(08-11-2021)
106'