Pelicula:

Esta película se ha podido ver en la Sección Oficial del 16º Festival de Cine Europeo de Sevilla (SEFF’2019).

Elia Suleiman es un palestino de religión cristiana ortodoxa (Nazaret, 1960), que vivió durante los años noventa en Nueva York, donde empezó a hacer cine, primero documentales y, a partir de Chronicle of a disappareance (1996), también largos de ficción; en ese formato ha logrado algunos films que han sido premiados en varios festivales, como Intervención divina (2002) y The time that remains (2009). Su cine se caracteriza por determinadas circunstancias: gira siempre en torno a Palestina y los palestinos, el pueblo sin estado, pero desde una perspectiva no trágica ni solemne, como suele ocurrir cuando el cine toca este espinoso tema, sino con tintes de comedia, que Elia con frecuencia protagoniza, y lo hace con una peculiar forma que recuerda poderosamente a los que podríamos llamar “los circunspectos” del cine, aquellos actores y/o directores cuyos protagonistas se han caracterizado por presentar en pantalla unos rostros pétreos, impertérritos, ante cualesquiera que fueran los sucesos de todo tipo que les acontecieran.

Entonces, no es aventurado ni disparatado evocar los nombres de Busten Keaton, de Jacques Tati, de Aki Kaurismäki, de Roy Andersson para hablar de su cine. De todos ellos bebe, evidentemente, este Elia Suleiman cuyo personaje (él mismo) es un palestino pasmado ante todo tipo de historias que le suceden, en su tierra o, como ocurre aquí en el segundo tercio del film, en su viaje a París y a Nueva York.

El problema de la película de Elia es que resulta notablemente irregular. Tiene un comienzo y un final plenos de fuerza, presentando en cada una de esas escenas la enorme riqueza y variedad de la sociedad palestina actual, capaz de participar activamente en solemnes procesiones dentro de la estricta ortodoxia cristiana griega (aunque con un desenlace de la escena ciertamente rijoso, como contrapunto a tanta gravedad), y también de bailar hasta reventar en discotecas al son de canciones árabes tan modernas y marchosas como las que puedan escucharse en Occidente. Pero entre ambas la película funciona a base de acumulación de gags, y en ese caso, como suele suceder, unos son más afortunados que otros: los hay simpáticos y divertidos, más de sonrisa cómplice que de carcajada, pero también otros son objetivamente muy endebles. Con ese desequilibrado cañamazo, el film juega sobre todo la baza de una visión sobre los palestinos que no habla en clave de drama sino de comedia, con un humor que a veces colinda con la sorna, cuando no con la socarronería, y cuya mejor virtud es precisamente la de existir, la de no dejarse llevar por la sempiterna visión tristérrima del asunto del pueblo sin estado, ese pueblo cuyos ciudadanos, como se dice en un momento del film, son los únicos que beben para recordar, cuando el común de los mortales lo hace para olvidar.

Suleiman, como actor, compone un personaje que es a la vez él y otro, como un demediado espectador siempre estupefacto ante lo que ve, como un Don Tancredo de habla arábiga. Como director, su cine es convencional, sin florituras, a veces excesivamente pedestre. En cualquier caso, De repente, el paraíso es una curiosidad un tanto extravagante que no carece de interés, ni mucho menos, aunque es evidente que podría haber dado más de sí.

(08-11-2019)


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97'

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De repente, el paraíso - by , Nov 08, 2019
2 / 5 stars
Beber para recordar